martes, 23 de diciembre de 2014

EUROPA, ÚLTIMA LLAMADA

 

 

ULTIMA LLAMADA ?


A finales de 2014, los europeos nos encontramos en unas circunstancias difíciles y con criterio difuso frente a la realidad existente en nuestro entorno más inmediato, hoy ya con un nuevo conflicto en suelo europeo.
Como una manada de borregos guiados por el pastor, nos hemos metido a pastar en pastos ajenos de los que no tenemos nada clara una salida provechosa a medio plazo.
A instancias de USA y la OTAN, le hemos declarado la guerra, por ahora comercial, a Rusia más exactamente a su presidente Putin y a sus representados.
No se cuestionan aspectos fundamentales de estructura, las dos son unas economías de mercado con sus características propias, bien es cierto, se litiga básicamente por mantener un estatus privilegiado con una moneda dominante como es el dólar frente a la opción de la diversidad de monedas o en todo caso una cesta de monedas para conformar un patrón mundial; propuesta ya hace años por los BRICS en conferencias del G-20 los pasados años, que no se tuvieron en consideración, pues todavía no había sido controlada la crisis económica internacional del 2008.
Parecen los occidentales seguir la estrategia del divide y vencerá con respecto a los BRICS, primero Rusia y si no aguanta entonces ya hablaremos de o con los Chinos, el resto, salvo India, son pura comparsa en este terreno
Pero este análisis de actores es un poco burdo, parte del presupuesto básico que los intereses de USA y la UE son los mismos y no es así.
La UE es actualmente la primera potencia económica del globo, seguidas por la Americana y China, en cuanto al PIB y no somos plenamente conscientes de ello
Pero como dicen los norteamericanos, si quiero hablar con Rusia hablo con Putin pero… si quiero Hablar con Europa a quien llamo…………..
Este es nuestro problema, Europa no es un proyecto político es un proyecto económico que se representa en el Euro, pero políticamente estamos huérfanos, el sentimiento Paneuropeista es débil, no tenemos un acuerdo básico y unánime de nuestros derechos y deberes como ciudadanos de un Trans-estado plasmado en una Constitución surgida de un proceso constituyente previo, por ahora todo ha sido una farsa dirigida por el capital transnacional de los países integrantes del Euro con muy pobres resultados y en estado de hibernación por no decir fracaso sencillamente.
Pues bien esta Europa sin cohesión política, ni de sus políticos ya que todos ellos tienen miras muy cortas, manos torpes y espíritu débil va a ser el escenario de esa guerra económica que tiene visos de subir de categoría y poder convertirse en conflicto armado si la opción es interesante para el complejo militar-industrial norteamericano ahora que podrá gobernar a través de sus Lobbys en el Congreso y Senado Norteamericanos.
Pero tal como estamos, solo en la guerra económica, que tenemos los europeos a ganar en esta reyerta y sobre todo qué perder, cuales son nuestras armas y que margen de maniobra hay
Empezando por el final, el margen de maniobra; limitado por los propios intereses nacionales de los miembros que forman la UE que arterioescleriza cualquier decisión conjunta.
Por ahora las armas se han reducido a sanciones contra personas empresas y sectores económicos de Rusia, podemos intensificar el fuego pero las siguientes armas son de mayor calibre, embargo declarado y exclusión de Rusia de las transacciones del sistema SWIFT. como dice Andrei Kostin jefe de VTB-Bank: Si esto ocurre las relaciones diplomáticas entre Rusia y la UE desaparecerían, la banca es la parte más sensible de la economía rusa porque el sistema se basa fuertemente en el dólar y el euro.
Rusia ya se está previendo hacer frente a esta posibilidad pues pretende junto con China establecer un sistema alternativo al SWIFT, ¡¡ Que bien le vendría al Euro poder entrar también en ese SWIFT alternativo y mejor si están la India y Brasil. !!
Bien llegamos a la parte más difícil de contestar, qué tenemos que ganar; es realmente Rusia nuestro enemigo comercial ? romper con Rusia es sinónimo de ganar Ucrania, vaya negocio, rescatar económicamente un país en guerra civil, con una economía maltrecha para depender del gas de esquisto que se explore y extraiga en el país por empresas norteamericana y distribuido por empresas norteamericanas que pretenden quedarse al menos con el 50% de la propiedad de los gaseoductos y oleoductos Ucranianos o bien comprar directamente de los excedentes norteamericanos.
Quizás copiar para mejorar la tecnología militar rusa que se queda en las empresas armamentistas Ucranianas, esto último le interesa mucho más a los Norteamericanos y no permitirán que sea la UE quien lo disfrute en exclusiva y probablemente ni lo disfrute si no es a través de implicarse más en la OTAN a fuer de distanciarse más aun de Rusia, de hecho creo que era uno de los objetivos, dejar sin un tercio de la producción armamentística rusa al salir Ucrania de la esfera de influencia rusa y el otro no se pudo conseguir, la base naval rusa en Crimea y quedarse también con el mar Negro y eso es lo que los tiene amargados
Venderán Alemania, Francia e Italia sus coches en una pujante Ucrania renacida, será un mercado semejante al ruso como para que valga la pena cambiarlo, 300 millones de consumidores potenciales de Rusia no son equivalentes a 43 millones de Ucranianos
Si continúa el bloqueo ruso de los productos agrícolas del sur y este europeo, encontraremos nuevos mercados para esos productos o cambiará Europa su política agroalimentaria.
Entregará finalmente Francia los Mistral a Rusia incumpliendo su compromiso amparándose en situaciones no especificadas en el contrato comercial firmado y perdiendo toda credibilidad y confianza como para que ningún país que sea un potencial cliente de la industria militar-naval se lo piense dos veces antes de embarcarse en tan incierta aventura?
Caso de no entregar los Mistral pasarán a formar parte de la flota Francesa o quizás de la nueva flota europea que no existe todavía, tampoco tenemos los europeos una integración militar efectiva al margen de la OTAN.
A primera vista no parecen ser los europeos los más beneficiados con esta trifulca, sino más bien los Norteamericanos y en todo caso los Ingleses por aquello de ayudar en todo lo posible a Europa a hundirse como proyecto, pues por supuesto que la Libra empieza a ser una moneda residual en el conjunto de la economía mundial.
Poco a poco el rebaño sigue pastando en campo ajeno y el pastor muy seguro de su ganancia pues la pérdida no será en dólares sino en euros, China y Rusia ya no compran divisas acumulan materias primas y ya no son abundantes.
Lo que no es muy seguro es que con esta política de aislamiento y guerra económica Rusia colapse, jamás lo permitirán los chinos, pues si Rusia colapsa y es colonizada por occidente significa que las fronteras de occidente llegarían a China y por supuesto no les interesa en absoluto y mucho menos quieren pensar en aliarse con los USA para repartirse Rusia.
La estrategia China es clara, son la fábrica del mundo, la tercera economía mundial y básicamente son buenos y esforzados comerciantes y su expansión comercial, política y económica pasa por potenciar la nueva ruta de la seda, China, Mongolia, Rusia, Polonia Alemania y desde allí por, Francia a España al mediterráneo occidental, ya se ha cubierto el recorrido por el primer tren comercial hasta España que ha tardado 21 días en recorrer 13.000 Km. y demostrado su viabilidad.
La estrategia Norteamericana es rotunda:, si mi moneda es el patrón de comercio, yo soy el patrón del comercio y si mis ejércitos controlan el mundo soy el amo del mundo y………… te ha tocado ……..lo siento Vladimir Vladimirovich, le debemos más a los chinos
La estrategia rusa es sobrevivir cueste lo que cueste, porque están orgullosos de ser lo que son y el capitalismo no lo es todo.
Pero la estrategia Europea no soy capaz de otearla, si es que existe como tal independientemente de la norteamericana.
Si continúan las actuales políticas ultraliberales venidas del otro lado del Atlántico ciertamente desaparecerán los estados frente a las compañías transnacionales al privatizarlo todo hasta la gestión pública en muchas de sus áreas, solo gestionará el “espectro de estado” que quede, lo antieconómico que las pérdidas sean nuestras y suyo el beneficio, desgraciadamente hasta ahora lo están consiguiendo imbuyéndonos miedos y consumo.
Que esperanza le queda a Europa de ser lo que debe ser: independiente y cohesionada política y económicamente o continuar siendo una suma de viejos estados que una vez conformaron el territorio político y económico una República Romana transida a Imperio y decadencia.
Europa no quiero pensar que sea la “vieja Europa” ha de ser una Europa que piense prioritariamente en su ser continental diferenciado y no en sus estados con sus pequeños intereses individuales, que no son intrínsicamente fuertes frente a la potencia que supone un estado transnacional como unión.
No nos queda mucho tiempo las cartas ya están repartidas y tenemos las que tenemos y con muy buenos comodines., pero qué jugadores “gensanta” , Cámeron que tiene que comprar Escocia porque la había perdido, Merkel con quien sus industriales no están muy de acuerdo con las sanciones, Junkers, que no tiene credibilidad ninguna y es un servil peón de las grandes corporaciones, o quien no paga sus deudas, Hollande o quizás la parodia del socialismo Italiano con Renzi violador del tratado de no proliferación asentando en su territorio bombas nucleares tácticas en las bases cedidas a la OTAN; si pudiera casi me quedo con el duopapa Francisco que al menos es inteligente, el otro duopapa es Benedicto que está apagado o fuera de cobertura
Madrid , solsticio de invierno, 2014
O

miércoles, 3 de diciembre de 2014

EL DECLIVE AMERICANO EN ASIA

 

YUAN CHINO LA COMPETENCIA DEL DOLAR

China y Rusia: Las locomotoras del nuevo orden mundial
Raúl Zibechi
Alainet
En la alianza estratégica entre China y Rusia está el epicentro del nuevo orden mundial. Entre ambas están siendo capaces de arrastrar a Eurasia, siendo la principal señal del declive de Occidente y, de modo muy particular, de los Estados Unidos.
“ASIA PARA LOS asiáticos” se titula el artículo de la prestigiosa Foreign Affairs, donde Gilbert Rozman explica que la amistad chino-rusa llegó para quedarse. No se trata de un artículo cualquiera, escrito por un periodista del montón en un medio de segunda fila. Rozman es profesor de sociología en la Princeton University, autor de numerosos ensayos y libros sobre Asia, incluyendo su último “El pensamiento estratégico chino hacia Asia” (1).
Ambas potencias comparten algunas visiones que Rozman detalla: “han desafiado el orden internacional, apoyándose dándose mutuo respaldo diplomático para enfrentar sus problemas en Ucrania y Hong King”; comparten una “identidad nacional por la que se definen en oposición a Occidente”, y, lo que quizá sea más relevante, “están de acuerdo en que el orden geopolítico de Oriente debe oponerse a Occidente, lo que ha acercado significativamente las relaciones bilaterales” (Foreign Affairs, 29 de octubre de 2014).
La mayoría de los analistas occidentales, buena parte del público y hasta las elites políticas, sobreestiman las tensiones sino-soviéticas durante la guerra fría y no toman en cuenta que “desde 1990 las autoridades de Rusia y China han lamentado aquellas tensiones”. Ahora las cosas han cambiado considerablemente, ya que Rusia no quiere, ni puede, ser el socio dominante de la relación. “Ambos han acusado a Estados Unidos de seguir con una mentalidad de guerra fría agresiva, tratando de contener sus legítimas ambiciones en sus regiones”, destaca Rozman.
Seis son las razones que considera para afirmar que la alianza ruso-china será duradera. Primero, sienten “orgullo de la era socialista”. Dos, hacen hincapié en “sus diferencias históricas con Occidente”, ya que ambas naciones fueron víctimas de los diversos imperialismos. Tres, rechazan el modelo económico que entró en crisis en 2008, al que “consideran inferior a sus propios modelos”. Cuatro, estrechan relaciones como forma de hacer frente a las actuales amenazas externas. Cinco, están del mismo lado en las principales disputas globales. Seis, “hay campañas oficiales en ambos países para promover la identidad nacional”.

Dos cumbres, un triunfador

La cumbre Asia Pacífico, o Foro de Cooperación Asia-Pacífico (APEC), de la que los medios occidentales destacaron el gesto de Vladimir Putin de colocarle el abrigo a la esposa de Xi Jinping, fue un paseo chino. Los 21 países de APEC reunidos del 8 al 10 de setiembre respaldaron la creación de la Zona de Libre Comercio Asia-Pacífico (FTAAP, por sus siglas en inglés) en lo que Xi Jinping definió como “una decisión inscrita en la historia” (South China Morning Post, 11 de noviembre de 2014).
Según el diario, Washington habría presionado a Beijing para restarle importancia a la FTAAP, pero Xi elevó la apuesta, definió una “hoja de ruta” para la zona de libre comercio asiática y asestó un golpe mortal a la Alianza Transpacífico impulsada por Estados Unidos, que contempla sólo a doce países y excluye a China. Es que las 21 economías agrupadas en APEC representan más de la mitad del comercio mundial. Además, algunos aliados decisivos de Washington, como Japón y Malasia, rechazan el acuerdo Transpacífico porque no están dispuestos a abrir sus sectores agrícolas.
Como apunta Pepe Escobar, China avanzó en “una estratega multilateral” que incluye no sólo el comercio sino la energía, las finanzas y la tecnología militar. La propuesta de Xi de “conectividad en todos los niveles” para los países de Asia-Pacífico, supone una pesada inversión en infraestructura. Para ello, la creación del Banco Asiático de Inversiones en Infraestructuras basado en Beijing (creado en octubre por 22 países de la región), da un primer paso con la aplicación de 50.000 millones de dólares para lubricar la conectividad. “Es la respuesta de China a la negativa de Washington a darle una voz más representativa en el Fondo Monetario Internacional, que actualmente es de un irrisorio 3,8 por ciento”, recuerda Escobar (Asia Times, 14 de noviembre de 2014).
Ciertamente, que la primera economía del mundo (según un reciente informe del FMI basado en la paridad de poder adquisitivo) tenga una representación marginal en los principales organismos financieros del mundo, no sólo parece un insulto sino que empuja a todos los llamados “emergentes” a buscar alternativas fuera de la actual arquitectura financiera global.
La cumbre de la APEC dejó otras noticias no menos importantes. China anunció la liberación de 40.000 millones de dólares para comenzar la construcción del Cinturón Económico de la Ruta de la Seda, tanto la terrestre como la marítima. Se trata de una red de trenes de alta velocidad, puertos, ductos de gas y petróleo, cables de fibra óptica y telecomunicaciones que empresas chinas ya están construyendo para conectarla con Rusia, Irán, Turquía y el océano Índico, llegando a las principales ciudades comerciales europeas, como Berlín, Rotterdam Duisburg y Venecia.
China y Rusia firmaron un segundo mega-acuerdo energético para la llegada de gas de Siberia, luego del rubricado en mayo pasado. El intercambio no será en dólares sino en rublos y yuanes. La cooperación financiera entre ambas potencias es creciente. El banco ruso VTB anunció la posibilidad de dejar la Bolsa de Londres y trasladarse a la de Shanghai, mientras gigantes rusos de la energía comienzan a operar en Hong Kong (Asia Times, 14 de noviembre de 2014).

Un alicaído G-20

Además, China firmó un acuerdo de libre comercio con Corea del Sur, uno de los más importantes aliados de Estados Unidos en Asia. El comercio bilateral asciende a la fabulosa cifra de 228.000 millones de dólares y seguirá creciendo. Un reciente informe del Instituto Petersen de Economía Internacional, basado en Estados Unidos, sostiene que “las monedas de Corea del Sur, Indonesia, Malasia, Singapur y Tailandia están más estrechamente conectadas con el yuan chino que con el dólar estadounidense” (Diario del Pueblo, 21 de octubre de 2014).
La segunda cumbre, la del G-20 realizada en Brisbane (Australia) el 15 y 16 de noviembre, días después de la de Beijing, fue un fracaso. El reto principal consistía en iniciar la reforma de las organizaciones internacionales, pero el Congreso de los Estados Unidos (dominado por los republicanos) sigue bloqueando cualquier reforma del FMI para dar mayor poder a los países emergentes.
El resultado ha sido que “los BRICS toman el control de la agenda del G-20”, buscando soluciones técnicas al bloqueo parlamentario estadounidense (Geab N° 89, 17 de noviembre de 2014). La cumbre tuvo sus momentos borrascosos. Mientras los cinco países BRICS hicieron su propia minicubre en la que exigieron cambios en los organismos financieros globales, los aliados de Washington escenificaron la crítica al presidente Vladimir Putin, quien en cierto momento abandonó la reunión, de forma intempestiva.
Según el analista Alfredo Jalife, quien cita a la embajada rusa en Canberra, la retirada de Putin “se debió a las amenazas de muerte que planeaban sobre su cabeza, lo cual llevó a que Rusia hubiese colocado sus barcos de guerra –el crucero de misiles guiados Varyag y el destructor Mariscal Shaposhnikov– cerca de las costas australianas” (La Jornada, 19 de noviembre de 2014).
Lo cierto es que el éxito de la cumbre de Beijing contrasta con las rispideces y el fracaso en Brisbane, donde la retórica sustituyó los acuerdos y, sobre todo, los demandados avances en el desbloqueo del sistema financiero. Las razones hay que buscarlas tanto en el avance consistente de la economía y la diplomacia chinas, que ofrecen más y mejor libre comercio, en contraste con la cerrazón de Washington, una potencia que luego de las elecciones parlamentarias quedó entrampada entre un gobierno demócrata y una mayoría republicana en el Congreso que defienden políticas antagónicas en muchos aspectos.
El órgano oficial chino Diario del Pueblo sostiene que la zona de libre comercio de Asia-Pacífico, creada en la cumbre APEC, contrasta con las “negociaciones de comercio multilaterales estancadas en la Organización Mundial de Comercio (OMC)”. Apuesta a que la región se convierta “en un paradigma del libre comercio global, lo cual podría cambiar el paisaje económico no sólo de Asia-Pacífico, sino del resto del mundo”. Y agrega: “Como bloque importante de la cooperación regional, la APEC cuenta con ventajas sobre la OMC en el establecimiento de estándares de una forma más creativa y flexible” (Diario del Pueblo, 13 de noviembre de 2014).
En suma, Asia-Pacífico no es sólo el motor de la economía mundial y el centro del comercio global, sino la región más atractiva e innovadora del mundo.
Moneda y armas
En los hechos, “la agenda internacional de la globalización está siendo liderada por China”, sostiene el Laboratorio Europeo de Anticipación Política (Geab N° 89, 17 de noviembre de 2014). Uno de los aspectos menos visibles de ese liderazgo consiste en el constante crecimiento del yuan, moneda que tiende a internacionalizarse ganando espacios al dólar.
El problema, como señalan los economistas Ariel Noyola y Oscar Ugarteche, miembros del Observatorio Económico de América Latina, es que la internacionalización del yuan y la desdolarización global son un mismo proceso. Inevitablemente conflictivo. Quizá por eso China apuesta a un avance paso a paso, lento, eludiendo confrontaciones.
Ya son 40 los bancos centrales del mundo que tienen reservas en yuanes, además de las monedas tradicionales. El Banco Popular de China ha firmado swaps bilaterales con 25 bancos centrales. “Fuera del continente asiático el yuan ha conseguido apoyos importantes en Europa”, señalan Noyola y Ugarteche (Alai, 21 de octubre de 2014). La City de Londres, Francfort, Paris y Luxemburgo son plazas abiertas al yuan. Londres realizó la primera emisión de bonos soberanos en yuanes fuera de China. El Banco Central Europeo llegó a un acuerdo de swaps cambiarios en yuanes por 57.000 millones de dólares.
Rusia ha encontrado en China no sólo un aliado sino “un socio estratégico como consecuencia de las sanciones económicas impuestas por Occidente”, apuntan los economistas. En América Latina son Brasil y Argentina los que ya tienen swaps cambiarios en yuanes por más de 40.000 millones de dólares.
Además, China estableció la Plataforma de Negociación de Divisas que permite establecer centros de liquidación directa para facilitar el uso del yuan. Al utilizar las monedas nacionales se reducen los costos de conversión, lo que permite a Beijing, en palabras de Noyola, “reducir los efectos negativos del derecho de señoreaje del dólar sobre los flujos globales de capital”, además de avanzar hacia la construcción de “un sistema monetario multipolar” (Alai, 7 de octubre de 2014).
Siguiendo los pasos de Rusia y Londres, ahora Canadá llegó a un acuerdo con China para el intercambio en yuanes, un país fronterizo y aliado de los Estados Unidos. La diferencia con los casos anteriores, empero, es grande: “Esta vez los chinos no han tenido que ir hasta ellos, sino que son ellos (los canadienses) los que se han desplazado” (Geab N° 89).
Por último, está la cuestión militar, terreno en el que la cooperación ruso-china va en rápido aumento. El ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, en su visita a China, destacó que la cooperación militar entre ambos países alcanzó “un carácter estratégico”. El titular de Defensa ruso informó que Rusia y China acordaron llevar a cabo en 2015 ejercicios navales conjuntos, tanto en el Pacífico y como en el Mediterráneo (Russia Today, 18 de noviembre de 2014).
Moscú venderá a China sistemas de defensa S-400 y más adelante S-500, capaces de blindar la defensa del país asiático. En tanto, Beijing ha desarrollado misiles anti-navío, capaces de destruir portaaviones y desafiar la marina estadounidense, lo que permite intercambios entre ambos en el área super sensible de la tecnología militar (Asia Times, 14 de noviembre de 2014).
El periódico estadounidense The Nation asegura que Obama “ha perdido el ímpetu” en su política de “giro a Asia”, al tiempo que el presidente ruso Putin y su homólogo chino Xi, causan un impacto mayor en los asuntos mundiales. Una de las consecuencias de esta postura debilitada del presidente ha llevado, según apunta el periódico, a una presencia “torpe” en las cumbres en el Extremo Oriente. Al mismo tiempo, su homólogo ruso ha sido designado como la persona más poderosa del mundo por la revista Forbes por segunda vez en dos años consecutivos, “eclipsando a Obama en casi todos los aspectos del liderazgo mundial” (The Nation, 14 de noviembre de 2014).
Más allá de Obama, el problema es cómo la superpotencia está encajando su declive. Apenas finalizaron las cumbres de Beijing y Brisbane, miembros del Pentágono apuntaron hacia la necesidad de intensificar la modernización de las fuerzas armadas. “Si no llegamos a un equilibrio pronto será demasiado tarde y sufriremos las consecuencias”, advirtió el vicepresidente del Estado Mayor Conjunto, almirante James Winnefeld, en un discurso pronunciado en una reunión con los legisladores y representantes del sector industrial militar en la Biblioteca Ronald Reagan cerca de Los Ángeles (Reuters, 15 de noviembre de 2014).
Otros funcionarios de la defensa, apuntaron en la misma dirección. El problema es que la economía no deja margen para seguir el ritmo de las inversiones que mantienen sus competidores. Los militares sienten que están siendo sobrepasados en la guerra electrónica y antisubmarina, por poner apenas dos ejemplos, en las que “vamos a quedar obsoletos en el futuro por el simple hecho de que no invertimos en ellas

jueves, 6 de noviembre de 2014

MUNDO REVUELTO

 

BREMEN, LA ALEMANÍA DE SIEMPRE

Rafael Poch de Feliu

Europa, su crecimiento en entredicho, y la política exterior del Occidente en crisis

Alemania está técnicamente en recesión y no crea empleo. Estancamiento puro y duro. Son los datos de la oficina federal de estadística del año 2012 (crecimiento del PIB, 0,4%) y del 2013 (0,1%). Cifras fundamentales de su (engañosa) contabilidad, que en Alemania vienen siempre rodeadas de toda una sinfonía de índices del Instituto IFO, sobre la “confianza empresarial” (casi siempre en aumento) y el “buen ambiente” del raquítico consumo interno nacional. El número de empleados está estancado, las cifras de paro (3 millones) siguen sin moverse y el número de horas trabajadas ha retrocedido (un 0,3%) en ambos años. Desde 2008 el PIB alemán ha crecido un 2,2%. A eso antes se le llamaba estancamiento. ¿Ha venido para quedarse?

No es que creamos en su “crecimiento”. Ese desastre consiste en consumir más de lo que el planeta es capaz de generar y transferir una factura inconmensurable a las futuras generaciones. La política de austeridad de los últimos años parece condenar a Europa a un largo proceso de estancamiento a la japonesa. Quizá el “crecimiento” se ha acabado. El estancamiento puede ser una buena noticia, una invitación a reformar las engañosas contabilidades basadas en el incremento del PIB que ignoran la degradación humana del cambio global; en el clima, en los océanos, en los ecosistemas, y, por supuesto, en las sociedades.

Sin creer en ello, lo que constatamos es la contradicción de su disparatada doctrina: La estrategia europea para continuar alimentando ese errado ídolo no funciona. Toda la construcción austeritaria del eje Berlín-Bruselas, con sus vasallos incondicionales en Madrid, y sus comparsas, socialdemócratas o conservadores, un poco por todas partes, se viene abajo a la luz de las cifras alemanas que pasaban por ser ejemplo continental. ¿En nombre de qué se va a justificar ahora la prioridad del pago a los causantes del casino? Por mucho que se reste a la esfera social no hay “crecimiento”. ¿Cómo van a seguir justificando el recorte?

El otro gran vector europeo del momento es el Acuerdo comercial con Estados Unidos, negociado en secreto en nombre de los europeos, para incrementar la primacía de las finanzas y las transnacionales sobre el control público, es decir todo aquello que está en el origen de la crisis. La crisis del proyecto europeo es la suma de esos dos vectores; el estancamiento, por un lado, y el esfuerzo manifiestamente antidemocrático por incrementar la regresión humana, por el otro. Es la fórmula perfecta para la desintegración que propone la tecnocracia oligárquica de Bruselas. Las sociedades de consumidores cada vez más desiguales (entre ellas y en su interior) que componen la UE, difícilmente volverán a apoyar un “proyecto europeo” privado de la promesa de prosperidad y visto cada vez por más gente como la autopista de la involución, el recorte y la desposesión. Pero, ¿se rebelarán?

De la indignación a la organización

En Francia, el país con la tradición social más despierta de Europa, la resistencia de la sociedad a las “reformas” —cuando “reforma” en el actual contexto solo puede equivaler a “cambio a peor”— y las acusaciones de “conservadurismo” —que, tratándose del propósito de conservar lo que queda de derecho laboral y de soberanía, es todo menos denigratorio—, confluyen en un panorama turbio. Por un lado el Partido Socialista está en vías de “psoización” o “pasokización”, por el otro las aguas de ese más que justificado desencanto generacional con la “gauche” (recordemos que su abrazo al neoliberalismo, vía el europeísmo, data de 1983 con Mitterrand) las recoge más el ultraderechista Frente Nacional de la Señora Le Pen que el Front de Gauche de Mélenchon y compañía. No es que la sociedad gire hacia la ultraderecha, es que el Frente Nacional tiene mayor credibilidad antisistema que incluso que el Front de Gauche salpicado por sus parentescos con una gauche sin credibilidad: el PCF sigue empeñado en pactar con las “fuerzas sanas” del PS, un partido de gente favorecida, como los verdes alemanes, en el que, “la mitad de los miembros son cargos electos y la otra mitad aspirantes a serlo”, explica un observador. Partido Socialista del que el propio Mélenchon fue miembro y ministro del gobierno hasta no hace mucho.

Mélenchon, un líder potente, menos brillante que Oskar Lafontaine pero con la ventaja de que predica en terreno mucho más fértil para la rebelión, no cree en la “unión de la gauche”, sino que va más allá: llama a “reunir al pueblo” por encima de partidos para iniciar un proceso constituyente. Palabras mayores. Dice que las de 2017, “no serán unas elecciones, sino una insurrección”… Aún es pronto para vislumbrar hacia donde evolucionará toda esa bien fundada cólera que hay en la sociedad francesa, que ya no se expresa a través de los canales tradicionales vigentes desde el siglo XIX: las fuerzas políticas y los sindicatos, sino por medio de movimientos parecidos a una jacquerie como el de los bonnets rouges. Esa cólera se ha expresado también en decenas de atentados e incendios, apenas noticiados, contra sedes de hacienda un poco por todo el país, o en las movilizaciones conservadoras de la manif pour Tous que tanto recuerdan al Tea Party. En Halluin, localidad de 20.000 habitantes del norte de Francia, el alcalde explica que se han quemado 23 coches en dos semanas. Es el tipo de sucesos de la crónica de provincias que no llegan a París. El alcalde de Halluin, de derechas, le pide a Hollande que en lugar de meterse en guerras contra el Estado Islámico, envíe policías a su ciudad…

En España, donde finalmente la indignación se está organizando —esa es la ventaja con Francia, en todo lo demás se va claramente por detrás— sigue incubándose la tormenta perfecta: un big bang en el que saltan por los aires todas las instituciones sobre las que se apoyó la modélica transición. ¿Será Grecia el detonante, con una victoria electoral de Syriza que cuestione la legitimidad de la deuda e inspire la contestación de toda la región? De momento, allá se vuelven a pagar intereses astronómicos por la deuda.

Política exterior

Ese panorama de latente polvorín tiene su correspondiente política exterior. Una política violenta. Dos crímenes de distinta envergadura marcaron la crónica estival: la última masacre de Gaza a cargo de Israel, con una destrucción inmensa, 2000 muertes palestinas (la mayoría civiles, entre ellas 500 niños y 13 periodistas), y la guerra que Estados Unidos y la Unión Europea apadrinan en Ucrania contra Rusia.

En Palestina todo fue según el guión habitual: comprensión y apoyo occidental al decimonónico colonialismo del Herrenvolk israelí hacia los subhumanos (Untermenschen) palestinos, todo ello acompañado del establecimiento de 7500 colonos más en tierra ocupada de Cisjordania en el primer semestre del año: ya son 382.000. El crimen no es la ampliación de esta ocupación, sino la ocupación misma. Suma y sigue.

En el frente del Este el derribo sobre el cielo de Donetsk del vuelo de Malaysia Airlines (MH17) en el que perecieron 283 pasajeros y 15 tripulantes el 17 de julio de 2014. El examen del tono con el que los medios de comunicación rusos informaron de aquel suceso dejó la sensación de que se trató de un criminal error de los rebeldes de Ucrania Oriental, pero, pasado el intercambio de acusaciones, por razones desconocidas se ha dejado de hablar del asunto. Si en el caso del crimen de Gaza, la impunidad es lo corriente, en un avión cargado de pasajeros holandeses de primera clase, lo es mucho menos. Tarde o temprano esto traerá cola judicial. No es este el mayor misterio de la serie Malaysia Airlines…

Mientras tanto, el ejército ucraniano ha sido batido en el frente de Donetsk y la criminal chapuza euroatlántica en Ucrania comienza a cobrarse sus facturas. Los encargos a la industria alemana cayeron un 5,7% en agosto en relación al mes anterior. Fue en julio cuando la Unión Europea estableció, por primera vez desde la guerra fría, sanciones directas contra Rusia. Con la eurozona económicamente estancada por su propia política económica y con China enfriada, las sanciones contra Rusia son la guinda que corona el pastel al que nos ha llevado la política de austeridad alemana. Al mismo tiempo, el “Consejo de Seguridad” de la Unión Europea (es decir, la OTAN, otro concepto que debemos a Pepe Escobar), confirmaba en su cumbre de septiembre en Gales el intento de Estados Unidos de aprovechar la crisis inducida con Rusia para integrar la Europa del Este con mayor fuerza en su esfera. El resultado es ambiguo.

Formalmente no miembros, Suecia y Finlandia pasan a ser países “anfitriones” de la OTAN, se crea una “fuerza de reacción rápida” con varios miles de hombres para ser desplegada de urgencia y se apoyan las sanciones. Al mismo tiempo, por doquier señales de descomposición y recomposición en las placas tectónicas imperiales.

En Berlín un debate, que apenas trasciende a los medios de comunicación, sobre la necesidad de reformular el vínculo con Estados Unidos. Durante veinte años Europa ignoró los intereses de seguridad rusos y sus reiteradas quejas, conforme la OTAN se saltaba, una tras otra, todas las “líneas rojas” formuladas por Moscú. Llegados a Ucrania, cuando el forzado cambio de régimen en Kíev y el avance de la OTAN a las mismas fronteras de Moscovia, han hecho reaccionar defensivamente al Kremlin, esa reformulación está al rojo vivo. Merkel se debate ahora entre la necesidad de una entente con Moscú y su disciplina atlántica.

Entre Moscú y Pekín un idilio ambiguo. Moscú hace ver que considera a China como su alternativa de repuesto a la Unión Europea, cuando en realidad el sueño de Putin sigue siendo llegar a un acuerdo con Merkel que integre a Rusia en la “seguridad continental” (el problema de Merkel es que eso tiene un precio con Washington, de ahí las vacilaciones). Respecto a China, algo parecido: quienes ya dan por hecho un bloque ruso-chino opuesto a Occidente, ignoran la enorme desconfianza que China suscita en Moscú desde los años setenta. En el Kremlin, en el ejército y en el espionaje (incluso en la sinología soviético-rusa), siempre ha habido una corriente que consideró a China como el “principal peligro”. El sueño de Pekín es alcanzar algún tipo de acuerdo, un modus vivendi, no con Rusia, sino con su principal quebradero de cabeza: Estados Unidos. Tanto Rusia como China tienen cartas marcadas en el juego de su idilio. Aunque una locura del tamaño de una guerra occidental contra Irán, podría cambiar el sentido de muchos sueños.

En la zona petrolera

Nueva espiral de caos junto a los pozos de petróleo, la sangre vital de ese crecimiento que ha costado la desaparición de la mitad de los animales salvajes del planeta en solo cuarenta años. Hagamos memoria.

El resultado de la segunda guerra de Irak (la de Bush, hijo) fue un país dividido en reinos de taifas controlados por sunitas, chiítas y kurdos, con el gobierno de Bagdad reducido a una camarilla corrupta alimentada por dinero americano, explica Peter van Buren, un ex funcionario del Departamento de Estado norteamericano que participó en la “reconstrucción” de Irak. El precio de tan magnífico resultado fue el siguiente, recuerda; 25.000 millones para entrenar al ejército iraquí, 60.000 millones para la “reconstrucción”, 2 billones para la guerra, 4.500 soldados de Estados Unidos muertos y más de 32.000 heridos. A todo ello hay que sumar un verdadero holocausto iraquí que las diferentes estimaciones cifran entre 190.000 y un millón de muertos.

En Afganistán la cuenta de costes, humanos y económicos, y resultados alcanzados, es igualmente reveladora: trece años después los talibán siguen dominando gran parte del territorio y la mayoría del ejército occidental está haciendo las maletas. La estrategia occidental contra el “Estado Islámico” continúa sobre la estela de esos mismos desastres. Nacido entre las ruinas de Siria, primero fue subvencionado y armado y ahora es bombardeado. ¿Puede concebirse algo más demencial?

Los dos componentes esenciales de esta obra de arte son el militarismo más la “diplomacia de la exclusión”: acuerdos internacionales para bombardear (creando nuevas víctimas civiles y desastres parejos a los que en su día generaron la actual crisis), que dejan siempre fuera a los países y organizaciones capaces de contribuir a acuerdos pacificadores, sea Siria, Rusia e Irán, o Hamas, Hezbollah u otros.

Esta estrategia —si se puede llamar así a algo tan disparatado en su desastrosa reiteración— es tan contradictoria como sugiere el hecho de que en esta excluyente coalición bombardera figuren países como Turquía, Arabia Saudí y los Emiratos Árabes Unidos que desde el principio financiaron y armaron —incluso con recursos químicos propagandísticamente achacados al adversario, como explicó el periodista Seymour Hersh en otro gran informe silenciado— al extremismo sunita contra el régimen sirio, convirtiendo en guerra abierta la fractura de Siria que con una genuina diplomacia (la que reúne en la negociación a todas las partes implicadas con un objetivo de evitar violencia) podría haberse evitado.

Esos países, “estaban tan decididos a derrocar a el-Assad y a promover una guerra entre sunitas y chiítas, que inundaron con centenares de millones de dólares y miles de toneladas de armas a cualquiera que luchara contra el”, reconoció cándidamente el vicepresidente de Estados Unidos, Joseph Biden, en una charla ante estudiantes de Harvard el pasado 2 de octubre. La consideración fue disciplinadamente silenciada por los medios de comunicación, aunque Biden no dijo lo principal: que Washington y sus agencias formaban parte de “esos países” y que el “Estado Islámico” ha sido producto de los métodos habitualmente empleados por Estados Unidos en la región desde 1979. Fue entonces cuando, ante la revolución iraní y la intervención de la URSS en ayuda del régimen laico afgano, se decidió promocionar y organizar una “internacional radical sunita”, de las que los talibán, al-Qaeda y el Estado Islámico han sido epígonos más o menos desmadrados. Primero se financia, organiza y arma al sujeto para utilizarlo contra un adversario, luego, cuando el sujeto (talibán o al Qaeda) se vuelve contra uno, se le combate. La película del Estado Islámico es una vieja reposición. La novedad es la rapidez del giro: entre 1979 y el 11-S neoyorkino pasaron más de 20 años. Ahora, entre el apoyo a la oposición siria y el combate a su principal vector, apenas pasaron tres años. La misma rapidez en el paso de los amigos que se arma y financia convertidos en amenaza, se observa en Libia.

El auge del tradicionalismo religioso radical y de derechas representado por el actual integrismo, tiene, naturalmente, raíces propias, pero no se entiende sin recordar la sistemática destrucción de la izquierda árabe que Occidente, y especialmente Estados Unidos, vino practicando durante la guerra fría, cuando casi todos los movimientos de liberación nacional árabes eran laicos y “progresistas”, lo que solía llevar implícito la voluntad de salvaguardar sus recursos naturales de la rapiña extranjera, y, lo que era aún más grave, utilizar esos recursos hacia el desarrollo de sus propias poblaciones o proyectos nacionales.

Mucho de todo eso fue recordado por el Presidente iraní, Hassan Rujani, en el discurso que pronunció el 25 de septiembre ante la Asamblea General de la ONU, igualmente silenciado, pese a la actualidad del más que moderado sentido común que expresó:

“Todos aquellos que tuvieron un papel en la financiación y apoyo de estos grupos terroristas deberían reconocer sus errores que condujeron al extremismo, deberían disculparse no solo ante las pasadas generaciones sino hacia las futuras”. (…) “la experiencia de la creación de al-Qaeda, los talibán, y otros grupos extremistas, ha demostrado que esos grupos no pueden ser utilizados contra Estados adversarios, manteniéndose al mismo tiempo inmune a las consecuencias. La repetición de estos errores, a pesar de tantas y tan costosas experiencias, es desconcertante”.

Y como resumen, una constatación: se cumple, en todos los frentes, el pronóstico de Immanuel Wallerstein acerca de la volatilidad de esa multipolaridad que sucede al mundo de la guerra fría. El de ahora es, verdaderamente, aún más convulso y revuelto que el anterior. El fin de la bipolaridad ni siquiera ha traído pasos significativos en materia de armas de destrucción masiva. Tanto en las relaciones internacionales, como en el calentamiento global —y en el cambio global en general— se observa la misma peligrosa dinámica de aceleración.

[Fuente: Diario de París, La Vanguardia]

martes, 4 de noviembre de 2014

LA INANIDAD DAÑÍNA DE LA UE

 
LOS PADRES FUNDADORES

La actual crisis ha puesto en evidencia las graves carencias y contradicciones de la Unión Europea (UE). Es por ello que a nuestro parecer sus causas hay que buscarlas más allá de la coyuntura económica a partir de 2007, sino en su propia configuración como proyecto neoliberal. Las grietas abiertas en la UE no son solo el resultado ante los estragos de una crisis, sino también consecuencia de las respuestas para enfrentarla. Una respuesta que, como veremos, resulta carente de argumentos democráticos que la legitimen.
Punto de partida. El fracaso de un modelo neoliberal
Sin ánimo de idealizar el período precedente, la creación de la Unión Europea (UE) supone un punto de inflexión en el proceso de construcción europea. La firma del Tratado de Maastricht en 1992 implicaba una institucionalización del neoliberalismo en Europa. Pero en realidad podemos fijar una fecha alternativa, el 1 de julio de 1990, cuando se firma la libre circulación de capitales como significativo primer paso hacia ese modelo de Europa neoliberal.
La viabilidad de la UE implicaba la capacidad de hacer converger en un mismo espacio a economías con importantes asimetrías en sus especializaciones y capacidades productivas, en niveles de renta, protección social… Esto no supone en sí mismo un problema, pero exige articular una serie de mecanismos y políticas comunes en materia de inversiones, equiparación de necesidades sociales básicas, etc. Todo ello coordinado en unas instituciones comunitarias democráticas. Sin embargo, al anteponer la liberalización financiera, se coloca el carro por delante de los bueyes, siendo los mercados quienes pasan a ser considerados en sí mismos como instituciones a cuyo criterio los Estados han de supeditarse disciplinariamente. Resulta significativo al respecto que el símbolo de la nueva ciudadanía europea quedase reducido a una moneda.
El punto de partida de la UE es pues el de unas importantes asimetrías entre sus Estados miembros y los esperados automatismos de mercado su principal elemento vertebrador. Además, las instituciones europeas se conforman en un complejo aparato burocrático sin control democrático y un Parlamento Europeo muy limitado en sus funciones.
En consecuencia, si bien la crisis se evidencia en la UE a partir de 2008 procedente del crac financiero en Estados Unidos, sus determinantes se remontan más atrás en el tiempo. Coincidimos así con otros autores, cuando señalan que la crisis iniciada en el verano de 2007 al otro lado del Atlántico constituye más un punto de llegada que de partida. La crisis no surge en la UE pero pone en evidencia sus graves fallas estructurales. De igual modo, aunque nos centremos aquí en el caso europeo, éste ha de encuadrarse en un contexto más amplio de crisis internacional, que obedece a múltiples causas pero que evidencia el fracaso del régimen neoliberal imperante a escala global.
Tras una fugaz primera respuesta vía gasto público, el discurso oficial cambió, sobre todo a partir de la crisis griega en 2010, para responsabilizar a la deuda pública como factor causante de la recesión. Se obvia con ello que el endeudamiento precrisis se concentraba mayormente en el sector privado, sobre todo empresas y bancos. También en Grecia. La liberalización de la cuenta de capital y los desequilibrios financieros, tanto en la eurozona como a escala global, propiciaron un modelo de crecimiento impulsado por el crédito privado canalizado por la banca, sobre todo en Europa, donde los bancos tienen un mayor protagonismo sobre el conjunto del sector financiero. El rescate bancario no comenzó en la periferia, sino en el núcleo de la eurozona y Reino Unido, dada su elevada exposición en EE.UU.
Los problemas para la banca periférica vinieron por otro lado. No tenían una elevada exposición en los mercados estadounidenses, pero dependían sobremanera de la financiación externa para ofrecer sus préstamos. La caída de Lehman Brothers en 2008 cortó los mercados internacionales de crédito y dejó a estos bancos sin acceso a financiación mayorista. En esta situación carecían de capacidad para prestar y como la demanda interna se mantenía vía crédito, al caer éste la demanda sencillamente se desplomó. El problema en la periferia revertía en los bancos de las principales economías de la UE porque una parte de su actividad financiera se hallaba precisamente en prestar a esos bancos de la periferia que buscaban financiación externa.
El problema de gobernabilidad en la UE se complicó especialmente en la eurozona. Sin duda por las múltiples carencias de su unificación monetaria pero sobre todo, y vinculado a ello, el hecho de que acreedores y deudores compartan una misma área. La lentitud en la toma de decisiones en las autoridades europeas, ya sea la Comisión en Bruselas o el BCE en Fráncfort tiene a nuestro juicio mucho que ver con este hecho. También la naturaleza de la respuesta en forma de medidas de “austeridad”. El tiempo no es una variable neutral. La falta de decisiones y el bloqueo liderado por Alemania permitían que esos bancos, especialmente germanos y franceses, se deshiciesen de activos de las economías periféricas en dificultades.
De igual modo, las políticas de recortes son para rescatar a los pretendidos rescatadores. En este sentido, la dinámica del proceso recuerda a la de América Latina. Dos son al menos los factores comunes a destacar: uno, el problema de impago se niega durante años mientras los bancos prestamistas reparan sus balances; y dos, la aplicación de severos programas de ajuste exigidos por los acreedores precisamente para maximizar la recuperación de sus empréstitos.
Resulta especialmente elocuente la actitud del BCE. A menudo las críticas se centran en su prohibición de financiar directamente a los Estados miembros. Al respecto coincidimos con la necesidad de un banco central que actúe también como prestamista de último recurso para los gobiernos y no solo para los bancos. Pero cabe advertir que esta misma restricción la tienen los principales bancos centrales del mundo, incluida la Reserva Federal, el Banco de Inglaterra o el Banco de Japón, entre otros. El elemento distintivo y llamativo del BCE está en su actitud con las compras de deuda soberana en los mercados secundarios. Nada se lo impide y forma parte normal de las operaciones de mercado abierto en cualquier banco central como mecanismo para regular la liquidez en los mercados financieros. Pero la posición de algunos países, de nuevo encabezados por Alemania, consideró que esto era un rescate encubierto a Estados. Ante la agudización de los problemas en dos economías periféricas de gran tamaño, como son España e Italia, a partir de 2011 las compras se hicieron inevitables ante el riesgo de que su acceso a los mercados financieros se hiciera inasumible, como ya pasara con Grecia, Portugal e Irlanda.
Pero la novedad era que, para realizar esas compras, el BCE imponía medidas de condicionalidad exigiendo compromisos en materia de recortes y reformas estructurales. Obviamente la verdadera preocupación del gobierno alemán o el de otras economías del núcleo no estaba en los límites jurídicos del BCE, sino que su intervención permitiría relajarse a los deudores en las medidas exigidas por los acreedores para maximizar la devolución de sus deudas. Sin embargo, con esa condicionalidad el BCE se extralimitaba claramente de sus funciones. Nada en sus estatutos le permitía tal chantaje a los gobiernos. Ello plantea el hecho de que el sobreendeudamiento causado por su inacción hasta entonces pueda ser considerado como ilegal y dicha deuda haya de ser entonces anulada.
Las grietas sociales, laborales y sociales del ajuste
«Es duro pero no hay más remedio». Es el mantra recurrente a la hora de justificar los ajustes. Sin embargo, hace ya muchos años que incluso desde la economía más ortodoxa quedó evidenciada la falacia de la austeridad. Es decir, los efectos perniciosos de estas políticas se conocen desde hace mucho tiempo, y su pretendida justificación “técnica” es solo ideológica y afín a determinados intereses de clase.
Básicamente, ante una situación de sobrendeudamiento de los agentes privados (bancos, empresas y hogares) la demanda se hunde porque priorizan el pago de deuda. En esa situación una política de recortes del gasto público solo agrava la situación y ahí el Estado es el único capaz de aumentar su gasto para remontar la demanda y revertir la situación. Por supuesto no cualquier gasto público tiene el mismo efecto. Por ello entendemos que esa política fiscal expansiva ha de tener la creación de empleo como objetivo prioritario y aprovecharse para una verdadera transformación del tejido productivo y energético con criterios ecológicos, equidad y de equilibrio territorial.
La creación de empleo estable y con equidad de género es una urgencia en la UE. En apenas cinco años, entre 2008 y 2013, el número de personas desempleadas en la UE-28 ha aumentado en más de 9,5 millones de personas hasta superar los 26 millones de parados.
Aproximadamente una de cada tres personas que han perdido empleo en estos años procede de España. O una de cada dos si consideramos solo la eurozona. En el caso del paro juvenil España y Grecia tienen tasa superiores al 50%.
En cuanto a la eurozona, la mitad del desempleo era en 2013 de larga duración, es decir, de uno o más años. Un porcentaje similar al de España, pero que en el caso de Portugal supera el 56%, en Irlanda el 60% y 67,5% en Grecia. Esta larga duración del paro aumenta evidentemente los riesgos de pobreza y exclusión social. Al respecto, la UE-28 contaba en 2012 con cerca de 124,5 millones de personas (24,8% de la población) en tal situación, casi 6,5 millones de personas más que apenas dos años antes, en 2010. En el caso de la eurozona el número de personas en riesgo de pobreza y exclusión superaba en 2013 los 77 millones (23,4% de la población).
Y si conseguir un empleo se complica, trabajar tampoco garantiza escapar de la pobreza. En Grecia el 15,1% de las personas con empleo sigue siendo pobre. Los otros dos países de la eurozona con mayor porcentaje de trabajadores pobres son España e Italia con 12,3% y 11% de empleados respectivamente.
El aumento del desempleo, la precariedad laboral y la devaluación salarial elevan los niveles de desigualdad. Según datos de Eurostat España es ya la economía más desigual de la UE en términos de la proporción de ingresos del 20% más rico con respecto al 20% más pobre. Así, en 2012, el quintil de renta superior tenía unos ingresos de 7,2 veces los del quintil inferior.
En todo caso, tanto en España como en el conjunto de la UE la desigualdad ya seguía una dinámica creciente antes de la crisis, siendo precisamente la deuda privada la encargada de mantener animada la demanda, mientras los salarios reales se estancaban y caía su participación sobre la renta total en la mayor parte de economías europeas.
Austeridad o Derechos Humanos
Las políticas de ajuste exigidas por los acreedores encuentran un elevado grado de comprensión en las élites locales de los países de la periferia quienes, de hecho, no pocas veces, han superado en dureza las recomendaciones comunitarias. No es para menos, pues las políticas de devaluación salarial les han permitido atacar la negociación colectiva debilitando así la capacidad de los trabajadores en la fijación de sus salarios y facilitando a las empresas los despidos. Por otra parte, las privatizaciones de empresas públicas, o de su gestión, la liberalización de nuevos sectores, etc. ofrecen importantes posibilidades de negocio a grandes empresas locales y extranjeras. El objetivo pues no ha sido solo el cobro de la deuda, sino un auténtico saqueo en muchos casos a costa de quienes menos tuvieron que ver con la crisis y que ahora más padecen sus consecuencias.
A su vez, los programas de austeridad, especialmente los impuestos por la llamada Troika (Comisión Europea, BCE y Fondo Monetario Internacional) suponen una vulneración de los derechos humanos fundamentales. Partamos de una idea sencilla: en cualquier Estado de derecho la legislación ampara al acreedor a la hora de recuperar sus deudas. Pero de igual modo existen límites. Así, por ejemplo, sería contrario a derecho que el acreedor pudiera exigir a su prestatario que vendiese un órgano de su cuerpo o que le sirviese durante un tiempo en régimen de esclavitud para saldar cuentas. Hay una serie de derechos fundamentales que amparan a la persona y a los que no puede renunciar. Esto mismo pasa con respecto a las políticas de austeridad. La exigencia para garantizar el pago de una deuda no puede nunca estar por encima de las necesidades básicas que un Estado tiene obligación de atender. Desde este punto de vista, por cierto, la reforma de la Constitución española en 2011 resulta un auténtico escándalo.[
Diversos informes, como el publicado por el Consejo de Europa han evidenciado las graves vulneraciones de los derechos humanos ante el desproporcionado impacto ante los grupos sociales más vulnerables y marginados. Otro elaborado por el Comisario de la Cámara de Trabajo de Viena, muestra igualmente la vulneración de derechos en los Memorándums de Entendimiento firmados en los rescates de la troika. Asimismo, Oxfam ha puesto en evidencia los nocivos efectos de las políticas de austeridad en términos de pobreza y desigualdad.
La UE sufre los estragos de una severa crisis bancaria por sobreendeudamiento privado, propiciada por un modelo neoliberal que ella misma institucionalizó. Un sobreendeudamiento privado que se trasvasa ahora al sector público mediante rescates a los bancos y como efecto de unos insuficientes ingresos fiscales, más los efectos desastrosos de la austeridad. Pero después de gastarse entre 2008 y 2012 un total de 591,9 miles de millones de euros solo en recapitalizaciones directas a sus bancos (un 4,6% del PIB de la UE-28), se afirma que lo insostenible es el Estado de bienestar. Mientras, el sector financiero y sobre todo la banca que gestó la crisis se mantienen intactos.
Existen alternativas pero las soluciones no vendrán solas y tampoco con ninguna elite. La verdadera y novedosa esperanza surge, como siempre, desde abajo; de la organización democrática desde diversos movimientos sociales que defienden que otra Europa es posible. Que apuestan por alternativas democráticas al ajuste neoliberal, como las plataformas que trabajan por la realización de auditorías ciudadanas de la deuda, en las que se determine la parte ilegítima, ilegal, insostenible y/u odiosa de ésta para su anulación. Ninguna crisis de deuda se ha superado sin aplicar importantes quitas. El debate real no es pues el impago, sino determinar quién lo asume. Por eso, lo interesante de estas plataformas es que plantean un proceso de desendeudamiento democrático, guiado por los deudores, desde abajo para que por fin paguen los de arriba.


Antonio Sanabria es economista investigador en el CADTM Bélgica.

Éric Toussaint es Doctor en Ciencias Políticas por las Universidades de Lieja y París VIII y portavoz del CADTM Internacional.
Texto aparecido originariamente en el nº 28 del Boletín Ecosocial de la FUHEM (septiembre-noviembre) de 2014 y el blog del Coletivo Novecento disponible en este enlace.

jueves, 23 de octubre de 2014

Una nueva ofensiva neoliberal: estamos hablando del Acuerdo Transatlántico (TTIP)

 

 

 

Dolors Comas · · · · ·

19/10/14


 

¿Conocemos estas siglas?: TTIP. Son las siglas en inglés del Acuerdo Transatlántico de Comercio e Inversiones que se está negociando en secreto desde inicios del año 2013 entre Estados Unidos y la Unión Europea. El objetivo divulgado, facilitar la cooperación. El trasfondo, no explicitado, fortalecer las grandes corporaciones y socavar el poder de los gobiernos. Una nueva ofensiva neoliberal, potente, de la cual no estamos hablando.

El 5 de enero de 2013, Javier Solana, ex secretario general de la OTAN y alto representante de la Política Exterior y de Seguridad Común, publicaba un artículo en el periódico El Paísdonde defendía vigorosamente la necesidad de cooperación económica entre Estados Unidos y Europa que, según él, aportaría crecimiento económico y empleo. El mismo rotativo ha publicado recientemente una entrevista con Anthony Gardner, donde el embajador de Estados Unidos en la UE destaca también los grandes beneficios y oportunidades que ha de aportar el TTIP. Ésta es la perspectiva de quienes satisfacen las aspiraciones de los grandes poderes corporativos, a pesar de que utilicen un lenguaje impregnado de ideas de progreso económico y social, y es la perspectiva que nos arriba mayoritariamente desde los medios de comunicación.

¿Nos podemos imaginar que las empresas multinacionales demanden a los gobiernos porqué han hecho disminuir sus beneficios? Podemos concebir que puedan reclamar (y obtener!) una generosa indemnización para compensar las legislaciones laborales o medioambientales que dificulten su actividad? Así comienza el artículo publicado a Le Monde Diplomatique porLori M. Wallach, presidenta de Global Trade Watch, para hacer notar que lo que nos parece absurdo es justamente lo que posibilita el Acuerdo Transatlántico. El TTIP no se limita a eliminar aranceles y a abrir los mercados a los inversores de una parte y otra del Atlántico: va más allá, como nos explica José Anastasio Urra en la web d’Attac. Se trata de armonizar las normas sociales y ambientales, rebajándolas, y poniéndolas al servicio de las grandes corporaciones.

Las perspectivas que abre el TTIP son terroríficas si las confrontamos con aquel ya viejo “modelo social europeo” que se está haciendo trizas a pasos agigantados. Degradar los derechos laborales, todavía más, para fragmentar a los trabajadores y negar incluso el derecho a hacer huelga. Suavizar las normativas europeas en materia ambiental, para hacer posible el fracking, por ejemplo. Modificar las normativas que afecten a la agricultura y al consumo para que los productos modificados genéticamente puedan entrar sin problemas a Europa. Abrir los servicios públicos (como los sanitarios) a la inversión privada. Reforzar las patentes farmacéuticas, con el encarecimiento de los medicamentos. Desregular de forma definitiva todo el sector financiero. Otorgar más poder a las corporaciones en la lucha contra la piratería, cosa que comporta su acceso a la información privada ciudadana. Y, para colmo, resolver los conflictos entre corporaciones y gobiernos en tribunales especiales, de carácter mercantil, compuestos por miembros escogidos por influencia de las corporaciones y con funcionamiento opaco. Todo ello está pendo para favorecer a las grandes empresas multinacionales, a costa de los intereses de la gente.

El TTIP se inspira en el acuerdo de partenariado transpacífico (Trans-Pacific Partnership, TPP), que entró en vigencia a inicios del 2006. La opacidad es también una característica de este Acuerdo más antiguo: actualmente se quiere incorporar un capítulo sobre propiedad intelectual y se está negociando con total secreto per parte de los 12 países implicados. Vale la pena entrar en la web de WikiLeaks, que revela los contenidos de esta parte del acuerdo. Cubre temas que afectan a las industrias farmacéutica, registros de patentes y derechos de autoría digitales. Los expertos dicen que afectan a la libertad de información, a las libertades civiles y al acceso a los medicamentos. Hacia esta misma dirección se dirige el Acuerdo Transatlántico.

Estamos hablando muy poco de todo esto. En el caso de Cataluña, el ensimismamiento con el proceso soberanista no nos está dejando ver ni analizar cómo operan los verdaderos mecanismos de poder, los que están haciendo avanzar una nueva ofensiva neoliberal: más bienestar para las corporaciones, más mala vida para los trabajadores y trabajadoras: más poder para el mercado, y mucho menos poder para los estados: y ¿aún hablamos de soberanía? ¿Por qué nuestro Parlamento o el Congreso de Diputados no está discutiendo este tema? ¿Qué dice el Parlamento Europeo? ¿Qué están haciendo nuestros gobernantes respecto a este gran acuerdo que se está cocinando desde arriba, de forma antidemocrática, y que nos colará nueves normativas que afectarán gravemente a nuestros servicios públicos, a nuestros derechos como consumidores, a nuestra creación cultural, a nuestros derechos laborales, a nuestro medio ambiente, a nuestras vidas? ¿No es importante? ¿No nos concierne? ¿Por qué no estamos hablando del TTIP?

Dolors Comas d’Argemir es catedrática de antropología social de la universidad pública Rovira i Virgili de Tarragona y presidenta de la Fundació Nous Noritzons

Fuente: SINPERMISO

martes, 7 de octubre de 2014

Hollande y Renzi: La transformación final

 

HOLLANDE                                RENZI

 

Rossana Rossanda · · · · ·


 

Han bastado una reunión del Ecofin y la advertencia de Draghi para bajarle los humos a Francia e Italia, y dejar reducidas a cero las ambiciones de la campaña electoral de Hollande y de la no campaña de Renzi. Nada de inversiones productivas que los dos líderes se esforzaban por mantener fuera de las ligaduras del presupuesto europeo: ambos se han orientado a presionar exclusivamente sobre la reducción no sólo de los costes de trabajo sino de los salarios (quizás como ulterior reducción de los parados). Hollande no tiene necesidad de leyes ad hoc, anuncia que reformará el macizo Código del Trabajo y viene de semanas acaloradas: primero ha despedido en tres horas al ministro del crecimiento productivo, Arnauld Montebourg, seguido por Hamon y  Filippetti, que se han quedado fuera del gobierno en un abrir y cerrar de ojos; después ha tenido que encajar treinta votos en contra de su mayoría en el Parlamento, manteniendo la propia por un solo escaño. Pero esto no le ha hecho desviarse del camino emprendido: el presidente ha tomado la palabra en una rueda de prensa en la que ha asegurado que no habría cambiado una coma de su desastroso rumbo. Dentro de no mucho llegarán las elecciones regionales y muy pronto las del Senado; a este paso, habrá otra tormenta, que se va formando sobre los socialistas, pero, sea Hollande o Valls, se mantienen firmes, confiando acaso, como confirman algunos personajes de su entorno, en una benévola "curva de Kondriatev", la "onda larga" del ciclo económico que aseguraría una recuperación natural del crecimiento antes del final de su mandato.

En Italia, Renzi ha descubierto parcialmente sus cartas en la ya famosa Jobs Act[Ley de Empleo]. Y ha afrontado con cara de pocos amigos el escándalo del enésimo fuera de juego del artículo 18, el que impedía el despido "discriminatorio". Toda la prensa italiana se ha alineado con él, excepción hecha de Il Manifesto, argumentando sobre todo que el famoso artículo tendría solamente un valor simbólico, en la medida en que raramente se aplica: es sabido que la mayor parte de los despidos se realizan por verdaderas o presuntas razones económicas, que no tienen que ver con problemas de presupuesto sino con un cambio de estrategias, encaminadas sobre todo a la deslocalización. Mientras tanto, se ha subestimado lo que a mí me parece el mayor escándalo, a saber, el dispositivo por el cual en los tres primeros años de empleo "indefinido", cualquier trabajador quedaría sujeto a despido. ¿Por qué tres años? Cualquier trabajador os dirá que para aprender al dedillo el cometido que se le exige basta como máximo una semana; como mucho, en dos la empresa esta en condiciones de darse rápidamente cuenta de si está o no en condiciones de insertarlo en el plano productivo. ¿Por qué permitirle al patrono sus buenos tres años "flexibilidad" gratis? No lo explica nadie. Es un sistema para prolongar el precariado – no sé cómo se podría definir de otro modo – convirtiendo a todos en precarios hasta el inicio del llamado "empleo de tutela creciente" [modalidad de contrato prevista por la Jobs Act]: tres años de tutela cero.

Salvo Luciano Gallino y Pierre Carniti, toda la prensa le ha dado un relieve positivo a lo elegido por Renzi, acompañado, según su costumbre, de insolencias hacia los sindicatos. La prensa presuntamente de centroizquierda, como La Repubblica, se ha distinguido en la cruzada contra el conservadurismo de quienes querrían conservar algún derecho al trabajo, entre ellos una parte del PD considerada vieja y conservadora. No sólo los jóvenes Fassina y Civati sino el viejo Bersani. Ya veremos cuanto tiempo resistirá el ataque la minoría del área ex comunista, pero es verdad que si cede desaparecerá también la sombra del abominado PCI y quedara por constatar qué cambios asumirá sin confundirse con el centrismo puro y duro, representado por otra parte por el joven primer ministro. Está en curso la transformación final de la escena política italiana. La francesa ya no tiene necesidad de ello, si se considera que para el puesto del impetuoso ministro Montebourg se ha nombrado a un directivo de la banca Rotschild. Además, en Italia, naturalmente, queda – enroscado en torno a Renzi – el evergreen Berlusconi. Para el que pensaba tener derecho a un trabajo, ha muerto la piedad [1].   

Nota del t.:

[1] "Pietá l´é morta" es el título de una canción partisana italiana del año 1944, que retoma una melodía de los "alpinos" en la Primera Guerra mundial, revivida en 2005 por el grupo Modena City Ramblers y la cantante Ginevra di Marco.  

Rossana Rossanda es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso

Traducción para www.sinpermiso.info: Lucas Antón

lunes, 8 de septiembre de 2014

¿Quién está diciendo la "Gran Mentira" sobre Ucrania?

 

 

LUGANSK

Exclusiva: Washington describe la crisis de Ucrania como un film en blanco y negro con el presidente ruso Putin de malo y los golpistas de Kiev respaldados por EE.UU., de buenos. Pero la realidad es muy diferente. Mientras, el pueblo norteamericano permanece en su permanente engaño, ignorando los hechos clave.

Si nos preguntamos cómo podría el mundo tropezarse con la Tercera Guerra Mundial —como lo hizo en la Primera Guerra Mundial hace un siglo— todo lo que necesita es fijar su atención en la locura que ha envuelto a la práctica totalidad de la estructura de los medios políticos de Estados Unidos sobre el conflicto de Ucrania, donde un falsa narrativa de sombreros blancos contra sombreros negros se apoderó desde el principio de la situación, demostrando ser impermeable a la razón y a los propios hechos.

La mentira original tras la última sesión de "pensamiento en grupo" del Washington oficial, fue que el presidente ruso, Vladimir Putin instigó la crisis en Ucrania como parte de algún plan diabólico para reclamar el territorio de la extinta Unión Soviética, incluyendo Estonia y otros países bálticos. Aunque no hay en ello una pizca de información veraz, Estados Unidos apoyó este escenario y todas las personas "inteligentes" de Washington sólo "sabían" que esto era verdad, sin más, por decreto de la prensa prostituida al sistema y las grandes corporaciones.
Sin embargo, una vez que se reconoció la realidad —aunque pronto fue olvidada— la realidad es que la crisis fue provocada el año pasado por la Unión Europea al proponer un acuerdo de asociación con Ucrania, mientras que los neoconservadores estadounidenses y otros políticos de la línea dura y expertos en geoestratégia del bunker industrial-militar, decidieron utilizar a Ucrania como herramienta estratégica para socavar políticamente a Putin dentro de Rusia.
El plan incluso fue anunciado por organismos ultraconservadores estadounidenses, como la Fundación Nacional para la Democracia presidida por Carl Gershman, que escribió en la página editorial del Washington Post calificando a Ucrania como "el premio más grande" que le había tocado a Occidente y un paso intermedio importante para finalmente derrocar a Putin en Rusia.
Gershman, cuya organización está financiada por el Congreso de Estados Unidos, escribió: "Con la elección de Ucrania de unirse a Europa se conseguirá la desaparición de la ideología del imperialismo ruso que Putin representa. ... Los rusos, también, se enfrentan a unas elecciones, y Putin puede encontrarse a sí mismo en el lado perdedor no sólo entre sus vecinos, sino dentro de la misma Rusia."
En otras palabras, desde el principio, Putin fue el objetivo de la iniciativa de Ucrania, no el instigador. Pero incluso si se decide ignorar la clara intención de Gershman, habría que inventar una teoría de la conspiración muy retorcida para apoyar la creencia convencional sobre el gran plan de Putin.
Para creer que Putin era de hecho el autor intelectual de la crisis, habría que pensar que de alguna manera dispuso que la UE ofreciera el acuerdo de asociación el año pasado, luego convenció al Fondo Monetario Internacional para fijar esas "reformas" draconianas al presidente ucraniano, que hicieron a Viktor Yanukovich desistir de la operación.
Entonces, Putin tuvo que organizar manifestaciones masivas en la plaza Maidan de Kiev contra Yanukovich mientras entrenaba a las milicias neonazis para que aportaran la brutal violencia necesaria para finalmente derrocar al presidente electo y reemplazarlo por un régimen dominado por los nacionalistas ucranianos de extrema derecha y los tecnócratas designados y respaldados por Estados Unidos. A continuación, Putin tuvo que conseguir que el nuevo gobierno realizara acciones provocativas contra los rusos étnicos en el este, incluyendo la amenaza de prohibir el ruso como idioma oficial. E incluir en este guión que Putin —al mismo tiempo— estaba actuando como si estuviera tratando de ayudar a Yanukovich a desactivar la crisis e incluso consiguió la aquiescencia de Yanukovich para acordar que el 21 de febrero aceptara un acuerdo negociado por tres países europeos pidiendo elecciones adelantadas en Ucrania en las que arriesgaba el poder. En cambio, Putin fue supuestamente estaba ordenando a las milicias neonazis que expulsaran a Yanukovich mediante un golpe de Estado el 22 de febrero, todo ello para crear la crisis actual.
Si bien este escenario de fantasía sería el del más extremado rubor teórico de la conspiración, esta narrativa fue abrazada por destacados políticos estadounidenses, entre ellos la ex secretaria de Estado, Hillary Clinton, y los "periodistas", del New York Times y la CNN. Todos ellos coincidieron en que Putin era un loco inmerso en una tarea de agresión brutal contra de sus vecinos con el objetivo de reconstruir el Imperio Ruso. Clinton incluso lo comparó con Adolf Hitler.
A continuación, esta falsa narrativa fundacional fue adornada por un cuadro pintado por el persistente de EE.UU. distorsionando los informes sobre el desarrollo de la crisis. De hecho, durante los últimos ocho meses, hemos visto sin duda desde varios ángulos la cobertura de una importante crisis internacional, aunque hubo otras estampidas esperpénticas del estilo de la inexistentes armas de destrucción masiva de Irak en 2002-03, la supuesta bomba nuclear de Irán, cuyo supuesto proyecto para sirvió demonizar a Irán durante de las última décadas, la "crisis humanitaria" de Libia de 2011, y el ataque con gas sarín en Siria en 2013.
Pero la histeria sobre Ucrania —con funcionarios estadounidenses y editorialistas ahora tratando de urdir una respuesta militar de la OTAN sobre la supuesta "invasión" de Ucrania por parte de Rusia— plantea la posibilidad de una confrontación nuclear que podría acabar con toda la vida en el planeta.
La 'Gran Mentira' de la "Gran Mentira"
Esta locura alcanzó nuevos vuelos con un editorial del 1 de septiembre en el neoconservador Washington Post flagrantemente erróneo al afirmar que el ocultamiento de las armas de destrucción masiva por parte de Sadam Hussein era un "hecho incontrovertible". En su nueva redacción, el Mensaje retomó muchos de los elementos clave de la narración falsa sobre Ucrania en el contexto orwelliano de acusar a Rusia de engañar a su propia gente.
La "claridad cristalina" del editorial del Post consistía en contar la "Gran Mentira", mientras que acusaba a Putin de contar la "Gran Mentira." El editorial comenzó con el mito original de la agresión llevada a cabo por Putin cuyo "amargo resentimiento" por el colapso del imperio soviético había hecho metástasis en el nacionalismo ruso en plena ebullición...
"En el enjuiciamiento de la ampliación de la guerra en Ucrania, también se están utilizando los medios de comunicación controlados por el Estado para ocultar la verdad, de tal forma que la mayoría de los rusos están mal informados —o informados a medias— sobre los acontecimientos en su vecino del oeste...”
"En referencia a las milicias rusas del este de Ucrania, ahora respaldadas por las tropas y las armas rusas, Moscú habla de los combatientes ucranianos comparándolos con los nazis de Ucrania que lucharon a favor de Hitler y en contra de sus propios compatriotas en la Segunda Guerra Mundial. Las propias fuerzas que respaldan al gobierno de Ucrania en Kiev son fascistas y neo-nazis, según dijo el Sr. Putin personalmente el viernes".
El mensaje continúa: "Contra los instrumentos de propaganda de Rusia, Occidente podría promover una versión justa y objetiva de los hechos. Incluso en un país con un acceso sin restricciones a Internet, el poder de los medios de comunicación tiene una influencia importante en la opinión pública".
La distorsión de la corriente principal de los medios de comunicación norteamericanos al “informar” de la crisis de Ucrania es algo que ni un totalitario real podría haber soñado. Prácticamente ausente de los principales medios de comunicación norteamericanos de todo el espectro político, no ha habido ningún esfuerzo significativo para contar el otro lado de la historia o para descubrir las muchas veces en que la "versión justa y objetiva de los hechos" contada por Occidente ha sido falsa o engañosa, empezando por la versión de quién empezó esta crisis.
Ciegos ante los neonazis
En otro ejemplo, el Post y otros de los principales medios estadounidenses han ridiculizado la idea de que los neo-nazis jugaron un papel significativo en el golpe que derrocó a Yanukovich el 22 de febrero o en la brutal ofensiva del régimen de Kiev contra los rusos étnicos en el este de Ucrania.
Sin embargo, de vez en cuando, la verdad incómoda ha roto la mordaza. Por ejemplo, poco después del golpe de Estado de febrero que la BBC describió cómo "los neonazis encabezaron la toma violenta de los edificios del gobierno para echar a Yanukovich del poder y luego fueron recompensados con cuatro ministerios en el régimen que fue improvisado en las secuelas del golpe de Estado.
Cuando los rusos étnicos en el sur y el este resistieron los edictos de los nuevos poderes en Kiev, algunas milicias neonazis fueron incorporadas a la Guardia Nacional y enviadas al frente de batalla como tropas de asalto con ganas de luchar y matar a la gente a quien consideran "Untermenschen" utilizando el término alemán despectivo con el que los nazis denominaban a los eslavos: infrahumanos.
Incluso el New York Times, que ha sido uno de los violadores más atroces de la ética periodística en la cobertura de la crisis de Ucrania, tomó nota de que las milicias neonazis de Kiev llevaban banderas nazis en una orgía de svásticas y demás simbología nazi, mientras dirigían los ataques a las ciudades del este —aunque consignada esta realidad embarazosa en los última tres párrafos de una larga historia Times comienza a escribir sobre un tema diferente. [Ver en Consortiumnews.com "El NYT descubre en Ucrania neonazis luchando."]
Más tarde, el conservador London Telegraph escribió una historia mucho más detallada acerca de cómo el régimen de Kiev había reclutado conscientemente estas tropas de asalto especiales, que llevaban el símbolo Wolfsangel favorito de las SS de Hitler, para liderar la lucha callejera en las ciudades orientales que fueron ablandadas por primera vez por la artillería del ejército . [Ver de Consortiumnews.com "Ignorando a las tropas neonazis de Asalto de Ucrania".]
Se podría pensar que liberar tropas de asalto nazi en una población europea por primera vez desde la Segunda Guerra Mundial sería una gran historia —dada la cantidad de cobertura que se da a erupciones mucho menos significativos de sentimiento neo-nazi en Europa— pero esta fea realidad en Ucrania desapareció rápidamente en el agujero de la memoria de los medios estadounidenses. No encajaba el bueno preferido / en la narrativa de chico malo, con los buenos del régimen de Kiev y los malos de la película.
Ahora, el Washington Post ha ido un paso más allá omitir la referencia de Putin a la violencia extrema causado por batallones neonazis de Kiev como parte de la "Gran Mentira". El mensaje está diciendo a sus lectores que cualquier referencia a estos neonazis es sólo un "fantasía".

Y, aún más preocupante, la corriente principal de los medios de comunicación de Estados Unidos y toda la clase política de Washington continúan ignorando la matanza de miles de rusos étnicos, incluidos niños y no combatientes por gobierno de Kiev. La "responsabilidad de proteger" a la gente ha desaparecido de repente. O, todas las muertes son de alguna manera culpa de Putin por haber provocado la crisis de Ucrania en primer lugar.
Una "invasión" misteriosa
Y ahora está el curioso caso de la supuesta "invasión" de Ucrania por parte de Rusia, otra reivindicación alarmista pregonada por el régimen de Kiev y de la que se hizo eco de la línea dura de la OTAN.
Aunque me han dicho que Rusia proporcionó algunas armas ligeras a los rebeldes al principio de la lucha para que pudieran defenderse ellos y su territorio —y un número de nacionalistas rusos han cruzado la frontera para unirse a la lucha— las pretensiones de una "invasión abierta" con tanques, artillería y convoyes de camiones, han sido respaldadas con escasas pruebas.
Un ex funcionario del espionaje estadounidense que las ha examinado, afirmó que lo que había para apoyar las pretensiones de una invasión rusa significativa equivalía a "prácticamente nada". En cambio, parece que los rebeldes rusos étnicos pueden haber evolucionado hasta convertirse en una fuerza de combate más eficaz de lo que muchos pesaron en Occidente. Después de todo, están luchando en su propia casa para defender su vida y su patria.
Preocupado por el reciente juicio apresurado sobre la "invasión", un grupo de ex funcionarios y analistas del espionaje de Estados Unidos, tomó la inusual decisión de enviar una nota a la canciller alemana Angela Merkel, en la que le advertían de una posible repetición de las afirmaciones falsas que llevaron a la guerra de Irak.
"Usted necesita saber", escribió el grupo, "que las acusaciones de una importante 'invasión' de Ucrania por parte de Rusia no parecen estar apoyadas por información fiable. Más bien, la información parece ser de la misma especie dudosa, utilizada hace 12 años para 'justificar' el ataque liderado por Estados Unidos que arrasó Irak".
Pero estas dudas e inquietudes no se reflejan en editoriales u otras informaciones de la prensa gubernamental-corporativa. De hecho, los estadounidenses que dependen de estos poderosos medios de prensa para su información están tan “protegidos contra la realidad” como si vivieran en una sociedad totalitaria.

Por Robert Parry (Consortium News) Periodismo de investigación

Traducido por Enrique Prudencio para Zonaizquierda.org


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* El periodista de investigación Robert Parry desmontó muchas de las historias de Irán-Contra para The Associated Press y Newsweek en la década de 1980.

Fuente: consortiumnews.com/2014/09/08/whos-telling-the-big-lie-on-ukraine/