miércoles, 30 de mayo de 2012

El ideario neoliberal en la era de la superchería

 

Alejandro Nadal · · · · ·

27/05/12

DEMOCRACIA EUROPEA FRUSTRADA EN ESTRASBURGO

 

 

La crisis en Europa ha atravesado varias etapas y ahora ha llegado la fase de la discusión política. Es la fase que más temen el establishment, el sistema bancario y las grandes corporaciones y centros de poder. Se nota en la prensa internacional de negocios. Esta es la etapa más importante porque en ella se abre la controversia política y los pueblos comienzan a deliberar sobre su futuro. Recuperan la palabra, la conciencia histórica y piensan su destino. Al poder establecido le repugna este momento democrático y buscará distorsionarlo y corromperlo de mil maneras.

Cuando la crisis comenzó con el colapso inmobiliario en Estados Unidos, la economía europea fue la primera en sufrir el coletazo. La bursatilización de activos tóxicos estadounidenses había sido el medio de contagio en el sistema bancario y financiero europeo. El primer síntoma fue el colapso de los bancos BNP Paribas (septiembre 2007) y Northern Rock (nacionalizado en febrero 2008). El congelamiento en el mercado de dinero interbancario hizo lo demás: la correa de transmisión condujo a una caída en la inversión y la demanda final. La corrosión en el sector financiero fue seguida de un freno en la actividad de la economía real (no financiera).

La segunda fase de la crisis arranca con la caída en el nivel de actividad y la reducción en los ingresos tributarios. Al mismo tiempo, la coordinación en el seno del G-20 llevó a un aumento en el gasto público para estimular la economía y mitigar el efecto de la caída en la demanda agregada. La contracción en los ingresos tributarios y la expansión en el gasto público se combinaron para incrementar fuertemente el déficit fiscal. Y como la arquitectura de la unión monetaria impide al Banco central europeo (BCE) financiar a los gobiernos de la zona euro, no quedó más remedio que acudir a los mercados financieros, en cuyas aguas los tiburones están cebados. Por eso esta segunda etapa de la crisis se presenta para muchos como una crisis de endeudamiento de los gobiernos. Pero esa no es su verdadera naturaleza.

La evolución de la crisis no es lineal. Las diversas caras de la crisis coexisten: la nacionalización de Bankia en España confirma que el sistema bancario en Europa está dañado y tendrá que seguir en cuidados intensivos. La primera fase de la crisis no pasó en vano, y la austeridad no sólo no arregla nada sino que agrava las cosas. La restricción fiscal ya condujo a la recesión y ahora viene la movilización política para evitar que los daños lastimen a la población europea.

Mucho se ha escrito sobre el triste estado de la teoría económica convencional. No pudo prever la crisis porque es esencialmente un discurso ideológico y para hacer la apología del régimen neoliberal lo que menos se quería era hablar de la inestabilidad intrínseca del capitalismo. Confrontada con el fenómeno del desempleo esa misma teoría estándar siempre insistió en que la culpa la tenían los sindicatos y cualquier forma de protección laboral. Es el mito de la rigidez de precios que sigue siendo el arma predilecta de propaganda política neoliberal. Por eso, pasada la primera sorpresa los portavoces del poder neoliberal recuperaron la iniciativa y relanzaron su discurso en contra del gasto público y a favor de las reformas estructurales. El neoliberalismo reconoció rápido la oportunidad para una nueva guerra contra el estado de bienestar. La contraseña en esta nueva ofensiva es la palabra austeridad.

Los economistas saben desde hace mucho tiempo que aplicar un régimen de austeridad en una contracción económica es la mejor receta para hundir una economía en una depresión. Pero aquí no importa que el diagnóstico sea equivocado y que la medicina de la austeridad esté contraindicada. Los poderes en la Unión Europea, en el BCE y en el Fondo monetario internacional (FMI) sólo piensan en rescatar el programa neoliberal. El castigo contra los pueblos de Grecia, España, Portugal e Italia muestra claramente la naturaleza podrida de su proyecto. A los poderes establecidos no les interesa la democracia, ni los ciudadanos de la Unión Europea. El pueblo es material gastable porque lo único que cuenta en este momento es salvar el proyecto neoliberal.

De cara a las elecciones del 17 de junio, Alexis Tsipras, dirigente de la formación de izquierda radical Syriza, tiene razón al señalar que el fundamento de Europa es la democracia y la solidaridad, no un pacto organizado alrededor de los dogmas de la austeridad fiscal y la estabilidad de precios. No hay que equivocarse, ésta es la crisis de un modelo económico basado en la especulación y la explotación, no la crisis del estado de bienestar. La lucidez de los pueblos acabará con la superchería neoliberal. La moneda única debe tener otro fundamento y, en todo caso, no se va a salvar con el dogma de la austeridad neoliberal y la destrucción del estado de bienestar en Europa. En América y en Europa, una nueva economía debe construirse sobre las ruinas del proyecto neoliberal.

Alejandro Nadal es miembro del Consejo Editorial de SinPermiso

La Jornada, 23 mayo 2012

Tsipras en Berlín

 
Àngel Ferrero · · · · ·(sinpermiso)
28/05/12

Alexis Tsipras
 
Alexis Tsipras, el presidente de SYRIZA, dio su conferencia de prensa a escasos metros del epicentro de poder en Alemania –el Reichstag y la Cancillería–, en laHaus der Bundespressekonferenz (BPK), uno de esos lugares en los que los periodistas se cuecen en su su propio jugo y que cuenta con una espaciosa y moderna sala de conferencias, amplios despachos y hasta un abrevadero propio donde los socios pueden sentarse a beber alcohol y hacer como que son periodistas (eso es lo que nos enseñan las películas, ¿no?). Un colega me comenta que la proximidad con respecto al Reichstag y la Cancillería obedece a una razón muy precisa: los lameculos tienen que estar cerca del culo. Piénsese lo que se quiera del lenguaje, pero razón no le falta: a Tsipras le preguntaron no una ni dos, sino hasta tres veces qué pensaba hacer cuando ganase las próximas elecciones del 17 de junio –las encuestas siguen dando a SYRIZA como ganadora, con porcentajes de hasta 30 puntos–[1] y Grecia saliera del euro como reza la propaganda oficial, a pesar de que una de las primeras cosas que dijo fue que nada estaba más lejos de la intención de la coalición que lidera, y exactamente lo mismo declaró el día anterior en París. La verdad es que daba igual, porque la noticia estaba redactada antes incluso de que bajase del avión. De hecho, la repercusión del viaje de Tsipras a París y Berlín en los medios alemanes fue más bien escasa. El Bild, el rotativo sensacionalista más leído de la República Federal Alemana, respondió a su manera y publicó un breve sobre Vicky Voulvoukeli, una desconocida político de "Griegos independientes". [2] Pero esperen a que gane y entonces verán. Lo más bonito que se dirá de Tsipras será algo así como "el Hugo Chávez del Mar Jónico". Según el diario Bild, Alexis Tsipras «simpatiza públicamente con los anarquistas violentos. Se le acusa de ser miembro [de uno de estos grupos] y de financiarlos.» [3]
A diferencia de París, donde contó con un numeroso público en la Asamblea Nacional,[4] la sala de prensa del BPK no se llenó. El clima reinante fue típicamente alemán, que es tanto como decir hostil, pero contenido. Tsipras había sido invitado por La Izquierda a exponer su programa en Berlín, como el día anterior lo había sido por el Front de Gauche en París, donde, por cierto, no fue recibido por François Hollande, un eco la negativa que recibió el propio Hollande por parte de Merkel cuando fue candidato a la presidencia francesa. El candidato de SYRIZA estuvo en todo momento flanqueado por Klaus Ernst y Gregor Gysi, que aprovechó la ocasión para reclamar al Partido Socialdemócrata Alemán (SPD) que rechace de manera clara el pacto fiscal y acepte los eurobonos, a lo que el SPD hizo, apelando como siempre a la "responsabilidad de estado" –esa instancia superior equivalente a Dios en Alemania–, oídos sordos.[5] Tsipras tomó la palabra y agradeció a La Izquierda su solidaridad (solidaridad que, dicho sea de paso, debe de haberle costado algún que otro punto porcentual en las encuestas de intención de voto). Qué amarga decepción debió suponer para los periodistas alemanes, ávidos de carnaza, cuando Tsipras declaró no sentirse protagonista de nada. «El pueblo griego es el protagonista», dijo, y recalcó, como lo hizo en París, que no había venido a presionar a nadie.
La casa común europea
El problema de Grecia, dijo Tsipras, es el problema de Europa. Que es tanto como decir: el problema del proyecto de unidad europea, caracterizado por sus desequilibrios internos y la ausencia de una política fiscal común. No se puede resolver, por lo tanto, el problema de Europa sin resolver el problema de Grecia. Tsipras reclamó solidaridad a los pueblos de Europa y recordó, si es que hacía alguna falta, que el programa de austeridad ha fracasado: Grecia entra en su quinto año de recesión, algo que no tiene precedentes en Europa en tiempos de paz, sólo, como bien recordó el presidente de SYRIZA, en Europa oriental, laboratorio de la terapia de choque neoliberal en los noventa tras la desintegración del bloque oriental. El consenso entre académicos y economistas de que estas medidas conducen a una situación desastrosa de pobreza y desempleo –que Tsipras no dudó en calificar de «catástrofe humanitaria»– es amplio. Las ayudas en nada contribuyen a mejorar el bienestar de los griegos, sólo sirven para rescatar a los bancos. Hay que plantear, añadió, un programa de recuperación económica para Grecia, frenar el brain draining y evitar que el país se convierta, como sueñan los liberales alemanes del FDP, en un protectorado alemán dedicado al turismo, la producción de energía solar –canalizada a Alemania, se sobreentiende (sobre todo después del apagón nuclear que se vio obligado a tomar el gobierno de Merkel por presión popular)– y una agricultura poco competitiva.
Tsipras no renunció en ningún momento a su programa íntegro y pasó rápidamente al contraataque: son los otros quienes abandonaron sus programas, ¿qué hicieron, sino, el PASOK y Nueva Democracia? Cuando un periodista alemán sacó a relucir los problemas del estado griego, Tsipras respondió que Grecia tiene, efectivamente, problemas, y que las reformas son necesarias, pero que bajo ningún concepto pueden vincularse a la propaganda que asegura que se trata de un rasgo cultural. El problema no es el sector público, dijo, éste a lo sumo puede reestructurarse para su mejor funcionamiento, pero en ningún caso recortarse. SYRIZA quiere contribuir a la estabilidad de Europa y en ningún caso quiere su destrucción, sino su regeneración democrática. Quien parece empecinada en terminar con la idea de Europa es Angela Merkel. Ya lo dijo hace meses Oskar Lafontaine (que ese mismo día anunció, por cierto, que retiraba su candidatura a la presidencia de La Izquierda para dejar paso a las nuevas generaciones): «Merkel está ahí para destruir Europa.» [6]
Alexis Tsipras demostró también una poco conocida habilidad retórica, sin estridencias, para reutilizar las metáforas de las élites políticas europeas: así, no es posible aumentar las dosis del medicamento de austeridad, pues no sólo matará al paciente griego, sino que contagiará al resto de Europa. Cuando la medicina falla, continuó Tsipras, la culpa no es del enfermo, sino de la receta. Y la receta la hicieron los doctores de Berlín y Bruselas. Grecia, siguió, es parte de una gran familia europea. Preguntado si su formación conduciría desde el gobierno al abandono de Grecia de la eurozona –o peor aún: a su expulsión, una amenaza presente, pero que no se menciona– recordó que la eurozona no es ninguna casa que tenga un propietario y en la que el resto sean meros inquilinos, sino que todos son inquilinos en la casa común europea.
Terminó Tsipras la rueda de prensa con una seria advertencia: estamos en una situación comparable en ciertos aspectos a la década de los treinta. Debemos encontrar una solución común antes de que sea demasiado tarde. La guerra, señaló Tsipras, no tiene lugar entre naciones, sino entre el pueblo y los trabajadores, por un lado, y los capitalistas por el otro. Ya va siendo hora de que en el Reino de España los súbditos comiencen a ser ciudadanos y empiecen a hablar "griego". Pueden empezar por aquí: "no" se dice όχι.


NOTAS: [1] "Umfrage sieht Syriza-Partei in Griechenland vorne",Spiegel, 24 de mayo de 2012. [2] "Diese schöne Griechin will 70 Mrd. Euro "Kriegschulden" von Deutschland", Bild, 23 de mayo de 2012. [3] "Griechenland: Kommunisten, Judenhasser, Halb-Kriminelle: Regieren diese Radikalen bald Griechenland?", Bild, 12 de febrero de 2012. [4] "Tsipras: 'Debemos refundar Europa y derrota al poder financiero'", El País, 21 de mayo de 2012. [5] "El SPD alemán y Los Verdes se suman a Merkel en el rechazo a los eurobonos", El País, 24 de mayo de 2012. [6] "Oskar Lafontaine: 'Merkel ist dabei, Europa zu zerstören'", Spiegel, 16 de febrero de 2012.
Àngel Ferrero es miembro del Comité de Redacción de SinPermiso.
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www.sinpermiso.info, 27 mayo 2012

jueves, 24 de mayo de 2012

La salida de Grecia del euro podría convertirse en la envidia de la Eurozona

 

La antigua dracma a la que Grecia podría volver

¿DE VUELTA A LA DRACMA?

 

Arvind Subramanian

Financial Times

La suspensión de pagos sería desastrosa para Grecia y el consiguiente contagio sería perjudicial para Europa. O así reza la sabiduría convencional. El debate ha girado exclusivamente en torno a la fuerza del contagio y la respuesta adecuada de los países vulnerables y del país que escribe los cheques. Quizá el debate sea desacertado porque falla la premisa. Expulsada de la Eurozona, Grecia podría ser más peligrosa para el sistema que cuando estuvo dentro, al ofrecer un modelo de recuperación que tiene éxito. Hay un escenario que se ha pasado por alto en el que la suspensión de pagos no es un desastre para Grecia. Si éste es el caso, la amenaza real, más existencial para la Eurozona podría ser muy diferente, donde los griegos serían los últimos en reírse. Se debe considerar este escenario. Traducido del inglés para Rebelión por Christine Lewis Carroll

Las consecuencias inmediatas de la salida o expulsión de Grecia de la Eurozona sin duda serían devastadoras. La fuga de capitales se intensificaría, lo que alimentaría la depreciación y la inflación. Todos los contratos en vigor tendrían que expresarse en una nueva moneda y renegociarse, lo que crearía un caos financiero. Aunque políticamente devastadora, la austeridad fiscal quizá deba intensificarse puesto que Grecia todavía tiene déficit primario que tendría que corregir si faltaran los fondos de la Unión Europea y el Fondo Monetario Internacional.

Pero este proceso generaría también un tipo de cambio considerablemente depreciado (¿A alguien le parecen bien 50 dracmas por euro?). Y esto pondría en marcha un proceso de ajuste que pronto daría una nueva orientación a la economía y le colocaría en la senda del crecimiento sostenible. De hecho el crecimiento griego seguramente aumentaría vertiginosamente, posiblemente durante un periodo prolongado, si se adoptaran políticas sensatas con el fin de restaurar rápidamente y sostener la estabilidad macroeconómica.

¿En qué nos basamos para afirmar esto? Durante las crisis financieras de los años 90 hubo países que declararon suspensión de pagos y devaluaron su moneda. Inicialmente todos padecieron recesiones severas. Pero sólo duraron uno o dos años y luego hubo recuperación. Corea del Sur registró nueve años de crecimiento con una media de 6%. Indonesia, que padeció una ola de suspensiones de pago que tumbó casi todos los bancos del sistema, registró un crecimiento por encima de 5% durante un periodo similar; Argentina cerca de 8% y Rusia por encima de 7%. El historial demuestra claramente que hay vida después de las crisis financieras. Esto sería verdad también en Grecia, aun teniendo en cuenta las particularidades de la situación allí. Se dice a menudo que la baja relación entre las exportaciones y el PIB de Grecia excluye la posibilidad de un alto crecimiento encabezado por las exportaciones. Pero dicho argumento no está blindado porque las crisis pueden conducir a nuevas y dramáticas orientaciones de la economía. Por ejemplo, India consiguió doblar la relación igualmente baja entre las exportaciones y el PIB una década después de la crisis de 1991, doblándola de nuevo durante la siguiente década sin una gran depreciación de la moneda.

Además, Grecia experimentaría una mega-depreciación, igual que los países mencionados, no una depreciación modesta. Un cambio de este tipo crearía necesariamente nuevas oportunidades para las exportaciones y convertiría las actividades que son marginalmente no comerciables en comerciables. La naturaleza de estas exportaciones será, por definición, impredecible. Pero las fuertes iniciativas que crearía un tipo de cambio muy competitivo son innegables.

Supongamos que a mediados de 2013 la economía de Grecia se recupera mientras el resto de la Eurozona sigue en recesión. Los efectos para España y Portugal, podridos por la austeridad, e incluso Italia serían poderosos. A los electores de esos países no se les escaparía la mejoría de su vecino griego, hasta ahora desdeñado. Empezarían a preguntar por qué sus gobiernos no siguen el camino emprendido por Grecia y pedirían salirse de la Eurozona. En otras palabras, la experiencia griega podría alterar de manera fundamental los incentivos para estos países de quedarse dentro de la Eurozona, sobre todo si las condiciones económicas siguiesen siendo sombrías. En esta fase, la política de Alemania también se vería afectada. Hoy Alemania hace a regañadientes lo mínimo imprescindible para mantener intacta la Eurozona. Si la salida del euro, para emular a Grecia, se convierte en una proposición atractiva, Alemania se verá en un aprieto y la magnanimidad que demuestre en lugar de su tacañería actual podría ser la última prueba de cuánto valora la Eurozona. La respuesta podría sorprender. Quizá el pueblo alemán se dé cuenta de repente de que la Eurozona dispensa a Alemania no uno, sino dos “privilegios excesivos”: tipos de interés bajos como refugio para el capital europeo y un tipo de cambio competitivo al estar enganchada a socios más débiles, en cuyo caso Alemania tendría que ofrecer a sus socios un trato mucho más atractivo para mantenerlos dentro de la Eurozona.

Un escenario de este tipo sería muy irónico. A Grecia se le ve como el paria que contamina la Eurozona; su expulsión podría convertirla en una amenaza mucho mayor para la supervivencia de la moneda única. Si la salida de uno de los países de la Eurozona crea las condiciones para una recuperación en Grecia, podría resultar un modelo contagioso. La tragedia griega en curso todavía podría no salirles tan mal a los griegos. Pero bien podría ser una tragedia para la Eurozona y quizá para el proyecto europeo.

Arvind Subramanian es miembro sénior del Peterson Institute for International Economics y autor de Eclipse: Living in the Shadow of China’s Economic Dominance

Fuente: http://www.ft.com/intl/cms/s/0/4bdda8a0-9dad-11e1-9a9e-00144feabdc0.html#axzz1v43VJ5Qb

lunes, 21 de mayo de 2012

EL ENGAÑO DE LA EUROZONA

Mariano Rajoy                                                         David Cameron

Economía europea: Rajoy y Cameron no entienden; Paul de Grauwe sí

Andy Robinson · · · · ·

No es fácil entender por qué, cinco años después  de ser la economía estrella de la zona euro, España ya parece estar siguiendo  la misma trayectoria que Grecia, Portugal , e Irlanda, descendiendo implacablemente hacia una zona de sombras en la que la crisis ya no es de liquidez sino de solvencia ¿Como demonios hemos (habeis) acabado haciéndonos(os) socios de este club?

Yo aún recuerdo una conversación que tuve en el 2007 con Nicholas Crafts, guru de la endogenous growth theory y las teorías de catch-up en Europa dominantes durante los años optimistas de la  Gran Moderación. Crafts se deshizo en elogios por la economía española y las reformas estructurales llevadas a cabo  ya (en repetidas ocasiones) en el mercado de trabajo, a diferencia de en Italia o Francia. Aplaudió la eficacia de España al aprovechar la avalancha de capitales para impulsar la inversión tanto pública en infraestructura como privada en la creacion de multinacionales competitivas. El deficit por cuenta corriente era un componente necesario del catch-up y pronto alcanzaríamos (ais) a Francia. Incluso un deficit por cuenta corriente que se acercába  al 10% del PIB no  tenia por qué ser un problema porque las entradas de capitales se canalizaban hacia la inversión.

Pero, claro, en aquel entonces, Irlanda  tambien era la economía estrella de la zona euro y de las teorias de catch-up, elogiado por casi todo el mundo por sus bajos impuestos y regulacion light touch , admirado , sobre todo, por lideres del PP como Esperanza Aguirre. Y hasta Grecia tenía sus admiradores. En febrero del 2009, Joaquin Almunia comentó: "La economía griega esta en mejores condiciones  comparada con la condicion media para la zona euro".

Uno de los problemas de la confusión  que reina respecto al por qué de la crisis es que hace muy seductivos los argumentos oportunistas y demagógicos basados en la economía de la tienda de la esquina  o de la  madre de familia que tiene que velar por el futuro de sus hijos y apretar el cinturón para que  cuadren los números. ¡Hemos vivido por encima de nuestros medios y debemos pagar el precio! Al menos dos partidos (el Partido Conservador británico y el PP español) han ganado elecciones basadas en  esta falacia del "sentido comun", ridiculizando las politicas contracílicas fiscales de los gobiernos que sustituyeron, tachados de despilfarradores cuando, en realidad, habian evitado un colapso económico que habría agravado aún mas la crisis de endeudamiento posterior.

Ahora, Cameron y Rajoy son los paladines del "ajuste fiscal expansivo", un oxymoron algo, pero no mucho, menos necio que el mantra de Rajoy:   "No es austeridad O crecimiento sino austeridad Y crecimiento". Son esloganes basados en la idea de que los mercados responderán generosamente a la austeridad bajando tipos y , -confiados en que la deuda se reducirá- crearán las condiciones para un repunte impulsado por  la inversión ¿Es así, no?  Pronto, verás,  la prima de riesgo responderá…

En realidad , la austeridad aplasta el crecimiento  y, por tanto, como explica Martin Wolf en su blog del Financial Times, acaba aumentando la deuda . Ahi estan los datos. Y si algo está claro es que los inversores en bonos leen a Martin Wolf y son tan conscientes de que la austeridad mata al crecimiento como los economistas keynesianos. El crecimiento quizás daba lo mismo a los  vigilantes del mercado de bonos en  tiempos de inflacion de los setenta a los noventa pero , ahora, como se dice, "the important thing is not the return ON my investment but rather the return OF my investment" (lo importante no es el retorno sobre mi inversión sino que me devuelvan el dinero). De modo que el crecimiento es prioridad para los mercados al igual que para tu vecino parado.  Michael Burke, ex Citibank ahora  Socialist bulletin,  lo dice aquí Acaba de salir también (se puede verlo tambien en el blog de Wolf) un importante estudio de Larry Summers y Brad de Long (Berkeley) que derrumba el argumento de que los ajustes fiscales generan crecimiento al crear margen para la inversion privada (en tiempos de baja demanda como estas, es otra  falacia, dicen Summers y De Long).

Dicho de otro modo, el gobierno británico podria estar aprovechando los bajísimso tipos de interés sobre su deuda para realizar inversiones públicas que sí reactivarían la economía. Es decir que el pueblo británico (tan seducido en el ultimo año por la ideologia de la austeridad como muchos españoles, hasta el batacazo tory en las ultimas elecciones municipales  en el Reino Unido…) esta sufriendo sin motivo ni razón . En España las perversiones de la moneda única complican la situacion y hacen el sufrimiento más necesario.  España tiene mucho menos margen para políticas expansivas quen el Reino Unido. Pero -si se toma la zona euro como una unidad-, las medidas  simultáneas de austeridad son innecesarias y contraproducentes.  Ojala François Hollande puede trasmitir el mensaje a Berlin

No se puede pedir que el ciudadano de a pie lea la obra entera de John Maynard Keynes para darse cuenta de  que el "sentido comun" de Cameron y Rajoy, nos llevaría a la perdición y la Gran Depresión . Tampoco se puede pedir que las amas de casa  y madres de familia acaben dominando las teorias financieras como las mujeres sevillanas que protagonizan este video .

Pero invitaría a los lectores a leer esta entrevista que le hice en Londres la semana pasada a Paul De Grauwe, economista belga de la Universidad de Lovaina, que  acaba de ser fichado por la London School of Economics como reconocimiento de sus excelentes y didácticos  estudios sobre la crisis, y advertencias sobre el peligro de la  insolvencia  en una unión monetaria que carece de  un banco central dispuesto a hacer lo que debe. (La entrevista entera sale junto con un artículo sobre las expectativas -algo rebajadas- del programa anti austeridad de Françóis Hollande en el suplemento Dinero el proximo domingo)

Yo: ¿Por qué se está disparando la prima de riesgo española?

Paul de Grauwe: Porque hay un momento en  el que la desconfianza en el mercado empuja los tipos hacia niveles  en los que hay multiples equilibrios malos, muy lejos de la realidad fundamental de la economía. España es solvente pero una vez que entras  en esta dinámica es dificil salir. Crece el miedo a la insolvencia. Los costes de financiación se disparan. Se agrava el problema fiscal;. Tienes que hacer más ajustes , más austeridad . Y esto frena la economía y hace aún más dificil la gestion de la deuda..

Yo: Pero ¿por qué hay miedo a insolvencia en España? La deuda española no es especialmentte alta..

PDG: Cierto. España no es insolvente, pero atraviesa una grave crisis de liquidez.  Pararon de repente los flujos de capitales que financiaban su deficit por cuenta corriente (exterior). Y, la ausencia de liquidez  crea un miedo lógico a un default (moratoria). Es un miedo racional  en una unión monetaria en la que el banco central no se muestra dipsuesto a garantizar que ningún país se vea forzado a suspender pagos. Si el BCE no dice publicamente que no permitirá que los tipos sobre la deuda española rebasen niveles considerados sostenibles y si no actúa en consecuencia comprando bonos, pues, el miedo a la insolvencia se cumple a si mismo.  La gente suele pensar que son especuladores malvados que atacan a España. Pero los que más temen un default no son especuladores, sino inversores conservadores como  gestores de fondos de pensiones. Si España tuviera su propia divisa, el Banco de España proporcionaría la liquidez necesaria y no habría miedo. Y tampoco habría peliigro de insolvencia si el BCE interviniese  en el mercado de bonos con contundencia. Pero no lo hace. El Banco de Inglaterra sí. Por eso, el Reino Unido tiene unos tipos próximos a cero frente al 7% de España. Es la diferencia entre tener tu propia divisa y no tenerla.

Yo: ¿Qué se debería hacer para resolver esta crisis?

PDG: El BCE debería poner un techo a los tipos  en el mercado de bonos comprando deuda en el mercado secundario. Y la Comisión Europea debería forzar un ajuste simétrico obligando Alemania a subir salarios y expandir su presupuesto para elevar la demanda interna y compensar  así el ajustede la devaluación interna  en España , Italia etc.

Andy Robinson es un corresponsal volante del diario barcelonés La Vanguardia.

lunes, 14 de mayo de 2012

FRANCIA, DOS DÍAS DE MAYO

GENERAL SALAN

La memoria humana es débil, 54 años son muchos años, pero hay acontecimientos y países que por su importancia merecen eso que ahora se llama LA MEMORIA HIRTÓRICA.

El primero de esos dos días señalados es el 13 de mayo de 1958, aquella jornada que los franceses no olvidan en la que tras un vibrante discurso del general Raoul Salan, en defensa de la ARGELIA FRANCESA, se derrumbó todo el entramado de la IV REPÚBLICA dando lugar a un verdadero golpe de estado de guante blanco, en el que los militares “africanistas”, fueron capaces de cambiar el régimen político , situar al GENERAL DE GAULLE como jefe del estado y todo sin disparar un tiro para hacer algo parecido a nuestro 1936 pero de modo “muy fino”.

 

MARINE LE PEN

 

El segundo día de mayo ha sido el seis de ese mes del año 2012, en el que tras la primera vuelta del 22 de abril, además de cambiar regularmente el titular de la presidencia de la república se puede observar un importante triunfo moral, seguramente el más destacado del proceso electoral. Nos referimos naturalmente al 18% de los votos obtenidos por el FRENTE NACIONAL, de MARINE LE PEN. Tras los citados 54 años el pensamiento de aquellos generales, en realidad la pasión por la soberanía nacional y la identidad de Francia, sigue muy viva pese a los liberalismos, europeísmos de la UE y otros intentos de disolución.

No se sabe con certeza si será desde la izquierda o desde la que algunos llaman extrema derecha de donde vendrá, empezando por PARIS, el viento fuerte que , a lo mejor, pasando por ATENAS derribe el triste teatro de mercaderes, usureros y especuladores que desde un año antes del MOVIMIENTO DE ARGEL, Tratado de Roma de 1957, ha intentado y en buena parte lo ha logrado mantener a los pueblos del Continente, mudos, marginados de la conducción de los asuntos públicos que les afectan, cediendo el poder a los grupos de menor calidad ética existentes.

Esperemos que tal vez en algún día de otro Mayo, también fue Mayo el 68, surjan con potencia las grandes directrices que conduzcan de verdad a eso que se desea y que muy bien pueden llamarse OTRAS FORMAS DE HACER POLÍTICA, más allá de los tópicos y otras descalificaciones baratas (económicas por supuesto) .

José Ramón Montes

Madrid 14 de mayo de 2012

viernes, 11 de mayo de 2012

Europa sin Grecia

 

 

¿El futuro de la UE?

 

 

JOSÉ IGNACIO TORREBLANCA 10 MAY 2012 - 19:39 CET

La salida se produciría en el peor momento, cuando la posibilidad de contagio a otros países es mayor

Esta Europa no da un respiro, como si odiara la previsibilidad que durante tantas décadas hizo que la gente no le prestara la más mínima atención. Apenas unos días después de que la victoria de Hollande en Francia abriera una rendija de esperanza, nos encontramos de bruces con los dos problemas que definen esta crisis. Por un lado, la fragilidad de los sistemas políticos, que como vemos en Grecia se autodestruyen en el empeño de convencer a sus ciudadanos de que se sometan a una austeridad sin límite ni perspectiva y que sean ellos los que soporten en solitario el peso principal de la crisis. Por otro, como estamos viendo en España, la fragilidad de partes importantes del sistema financiero, fruto de una década de exceso de liquidez, mala gestión y peor supervisión. Esas dos fragilidades se suman y se retroalimentan llevándonos a una situación insostenible: en Grecia, porque la perspectiva de una renegociación de los términos del paquete de rescate supone situarse en el umbral de la salida del euro; en España, porque la condición absolutamente necesaria para que funcione esa combinación de reformas y recortes que constituye, hoy por hoy, la única agenda del gobierno es que tenga lugar en un marco de estabilidad financiera y confianza exterior.

Tanto para mantener

a Grecia dentro del euro como para evitar que una eventual salida produjera una reacción en cadena que afectara a España, los gobiernos de la eurozona tendrían que tomar medidas de gran calado. Esas medidas deberían asegurar a los mercados bien que Grecia tiene un futuro dentro del euro o bien que su salida sería un hecho aislado. Pero como no ven a los líderes europeos levantando los cortafuegos necesarios, los mercados no se creen ninguna de esas afirmaciones. En ese pesimismo preocupante han empezado a coincidir muchos dentro de las instituciones europeas al percibir hasta qué punto Grecia y Alemania han llegado al límite de sus esfuerzos: a un lado, tenemos la fatiga de austeridad griega; a otro, la fatiga de solidaridad alemana.

Es imprescindible recuperar el aliento y tomar perspectiva: una salida de Grecia del euro sería un desastre de primera magnitud, para los griegos y para el resto de los miembros de la eurozona. Además del deterioro aún mayor en las condiciones de vida de los griegos, los partidos extremistas se harían todavía más fuertes. Aunque formalmente Grecia no saliera de la Unión Europea, su salida afectaría a todas las políticas en las que se basa su pertenencia a la UE, especialmente en lo referido al mercado interior por lo que, en la práctica, sería como una salida de la UE.

Las consecuencias serían también geopolíticas: precisamente cuando, después de una turbulenta historia, la UE intenta atraer a su seno a los Balcanes Occidentales y se dispone a admitir a Croacia, la salida de Grecia del euro abriría un nuevo frente de desgobierno y fracaso estatal en una región bastante complicada. Psicológicamente, los griegos identificarían el proyecto europeo con un fracaso por lo que, lógicamente, querrían alejarse de él. Para colmo, la deseuropeización de Grecia podría dar alas a las voces y fuerzas antioccidentales que históricamente han sido más fuertes en ese país que en otros vecinos del sur de Europa como España, Italia o Portugal, lo que podría tener repercusiones importantes en materia de seguridad, bien mediante un cuestionamiento de la pertenencia a la OTAN o vía un auge del nacionalismo y de las tensiones con Turquía y Macedonia.

Para el resto de Europa, las consecuencias no podrían ser peores. El eufemismo de moda (una salida controlada), esconde una esperanza bastante cínica de que los griegos fueran los únicos afectados. En la práctica, sin embargo, esa salida se produciría en el peor momento ya que Portugal, Italia y España están en el punto de máxima vulnerabilidad, pues los recortes han hecho el máximo daño, las reformas todavía no han tenido resultados y el paquete de crecimiento todavía no ha llegado a la mesa. En otras palabras, la salida de Grecia se produciría en el peor momento, que es precisamente aquél en el que su factor de contagio sería más alto y su probabilidad de aislamiento más bajo.

La Comisión Europea tiene en el cajón y está desempolvando a toda prisa la batería de medidas para estimular el crecimiento que podrían tener un importante impacto para introducir algo de esperanza en el horizonte. Se trataría de un cóctel donde se mezclarían fondos estructurales, préstamos del BEI y algo de flexibilidad en la aplicación de los objetivos de reducción del déficit. Pero con el ojo puesto en Grecia, el optimismo que ha sucedido a la victoria de Hollande y que ha hecho que en Bruselas se respire un aire completamente distinto tiene que convivir con una duda muy incómoda: ¿y si Hollande hubiera llegado demasiado tarde?

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