lunes, 19 de abril de 2010

Presidir Europa no era para tanto


Presidir Europa no era para tanto
Isaac Rosa Diario Público
19 Abril 2010
“España ejercerá su Presidencia con una firme voluntad de reforzamiento y de transformación de la Unión. Se trata de innovar Europa.” -Programa de la Presidencia Española de la UE-

Como quien no quiere la cosa nos hemos comido ya dos tercios de la presidencia de turno europea. Y no sé ustedes, pero con tantas expectativas como nos crearon, tengo la sensación de que la cosa no era para tanto, sabe a poco. Y por expectativas no me refiero a la famosa “conjunción planetaria”, sino a las repetidas declaraciones insistiendo en que llegaba en “un momento clave para Europa”, que íbamos a dar “un impulso decidido a la construcción europea”, etc.
Ya imagino que todos dicen lo mismo cuando les toca, y forma parte de la retórica entusiasta con que intentan contagiarnos de un europeísmo siempre necesitado de gritos de ánimo. Pero en el caso de España el gobierno parecía poseído por la convicción optimista de que la presidencia europea iba a sacar la actualidad política al exterior, donde siempre luce más la acción gubernamental, y así nos olvidaríamos un rato de la crisis.
No ha sido así, y tras los fuegos artificiales han optado por una presidencia de perfil bajo: cumplir el trámite, ser buenos anfitriones, completar una agenda que justifique el semestre, y poco más, nada que vaya a quedar para el recuerdo de la sosa historia europea.
Si entran en la web de la presidencia, verán que cada semana hay reuniones, seminarios y cumbres formales e informales sobre todo tipo de asuntos. Y sin embargo, salvo la obligada foto del ministro del ramo, poco más está quedando de toda esa actividad, en línea con la pobre visibilidad que lo europeo suele tener.
Parece que la presidencia se la toman más en serio todos esos colectivos y organizaciones que la aprovechan para hacer visibles sus reivindicaciones, mediante contracumbres, manifestaciones y campañas. Es el caso de Amnistía Internacional, que pidió a España que aprovechase su protagonismo europeo para avanzar en derechos humanos, y que interviniese en diez casos concretos de personas gravemente amenazadas en el mundo. Me sumo a su petición, aunque para eso haría falta que el gobierno se tomase la presidencia tan en serio como lo hace Amnistía.

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