martes, 18 de febrero de 2014

GRIETAS EN EL DISTRITO RIN

 

 

 

 

Grietas en el Eurodistrito del Rin

Rafael Poch | 17/02/2014

El referéndum de Suiza contra la emigración de la UE solo es un síntoma de cómo el proyecto europeo, socialmente devaluado por la crisis y sus estafas, pierde cohesión y base social.

La frontera  de Saint Louis, junto a Basilea

EL EUROPÍSMO SE DERRUMBA EN ALEMÁN

 

La frontera de Saint Louis (en Francia), junto a Basilea (Suiza) / Foto: Rafael P. de Feliu

Esto era la granja modelo de la Unión Europea: tres países, Francia, Alemania y Suiza, dos de ellos enemigos históricos y hoy pilares de la UE, y el tercero históricamente neutral y hoy con acuerdos estrechos con Bruselas, conviviendo, sin fronteras y con infraestructuras comunes, alrededor del Rin: el corazón de Europa.

Es el llamado “Eurodistrito del Rin” o “Aglomeración trinacional de Basilea”, con 2,3 millones de habitantes de las tres naciones. A un lado la ciudad suiza, sede de importantes industrias, al otro Saint Louis, villa francesa de la alta Alsacia, y un poco más allá Lörrach, parroquia de Baden-Württemberg, el estado más boyante de la dominante Alemania. Todo en razonable armonía. Y en eso llegó el referéndum suizo.

El día 9 los suizos aprobaron en consulta limitar la emigración europea, renegociando los acuerdos vigentes establecidos en la materia con la UE. El mandato, que habrá que ver cómo se aplica, contempla el establecimiento de unas cuotas de emigración dentro de tres años. La UE, que cada vez más se comporta como un imperio arrogante y autoritario ha recibido una bofetada de la pequeña Suiza. ¡Intolerable!

En la prensa alemana se lee que en el referéndum de Suiza, “ha ganado la estrechez de miras y la cerrazón” y ha perdido, “la tolerancia y la justicia”. La canciller Merkel ve “importantes problemas”. En Bruselas se enfadan, congelan acuerdos y amenazan con represalias.

Nadie parece ser consciente del espejo que ese referéndum, en el que indudablemente la derecha suiza ha capitalizado un resentimiento nacional hacia ciertos deterioros, ofrece a toda Europa y en primer lugar a Alemania.

Desayuno

Desayuno en Saint Louis, 20.000 habitantes y una calle sin gracia que acaba en la frontera. Bajo las banderas de Francia y Suiza un edificio de aduanas abandonado desde 2008 y con las ventanas polvorientas. Edouard Dombó es uno entre las decenas de miles de franceses que atraviesan diariamente esta frontera para trabajar en Basilea. Treinta años en “Swiss Metall”, una empresa metalúrgica que fabrica piezas para relojes. La empresa la han comprado los chinos que se van deshaciendo poco a poco de la plantilla. “Alguno de mis compañeros se ha suicidado”, dice. Ya sesentón, él se ha podido jubilar. El referéndum del domingo va a cambiar aún más el ambiente hostil hacia los “frontaliers” (en alemán “Grenzgänger”, en italiano “frontalieri”) los que atraviesan cada día la frontera para trabajar en Basilea, explica. “Mi hijo, que nació en Suiza se ha encontrado con que esta semana le han puesto problemas para obtener el pasaporte suizo, le han dicho que hay que esperar a ver qué pasa”. “Todo esto no anuncia nada bueno para Europa”, dice Dombó, nacido en Martinica y votante de François Hollande. ¿Decepcionado?, “claro, pero, ¿qué se podía esperar de Hollande? Todo esto supera a los políticos. Tampoco Obama ha podido cambiar nada en Estados Unidos”, dice. “El euro lo desordena todo, esto no hay quien lo arregle”, concluye encogiéndose de hombros.

En la sede del Comité de defensa de los trabajadores del Alto Rin (CDTF) la organización de los frontaliers, los teléfonos no paran de sonar. “El referéndum ha sido una bêtise total”, dice Jean-Luc Johaneck, presidente de la CDTF.  “Ante la crisis todo el mundo tiene miedo y éstas son las reacciones”, explica. “Va a ser muy difícil aplicar el resultado del referéndum porque Suiza necesita esa mano de obra”, pronostica Johaneck.

Almuerzo

Almuerzo en Basilea, magnífica ciudad. En su catedral gótica, tumbas de comerciantes burgueses judíos del siglo XVI junto a las de la aristocracia y el clero local. La industria de Basilea es enormemente dependiente de los “frontaliers /Grengänger” para su funcionamiento. Por eso, la ciudad ha sido, junto con Zurich y el cantón de Zug (sede de empresas fantasmas), el único de la Suiza alemana donde no ganó el referéndum.

“La consulta no va a tener incidencia inmediata, todo dependerá de cómo el gobierno aplique su mandato”, dice Katrin Bauman, jefa de recursos humanos de “Bell”, primera empresa suiza de procesamiento de carne. Con 3000 empleados en el país, “más del 60%” de la plantilla empleada en producción de la fábrica de Basilea son “frontaliers”, dice Bauman. La fábrica se ve desde la frontera y en su parking la mitad de los coches son de matrícula francesa. Al lado de “Bell” hay una fábrica del gigante Novartis, segunda empresa farmacéutica mundial. Su sede es Basilea, pero su contabilidad se hace en Chequia. Sin los extranjeros, y especialmente contra Europa, Suiza se hundiría económicamente. El pequeño país recibe de Europa la mitad de sus inversiones y le vende dos tercios de sus exportaciones. Para muestra el queso.

“Europa absorbe el 80% de la exportación de nuestro queso, que podría pagar la factura de la limitación de la emigración”, dice Manuela Sonderegger, portavoz de Switzerland Cheese Marketing. La mayor parte del emmentaler, gruyère y del apenzeller se vende en Alemania, Italia y Francia, explica.

Té a las cinco

Té vespertino en Lörrach, 48.000 habitantes. Un centro histórico antiguo destrozado por el comercio y por un sentido práctico germano sin la menor concesión a la estética. Aquí son 50.000 los alemanes que atraviesan cada día la frontera hacia Suiza para trabajar. Gracias a la tacañería salarial alemana, médicos y enfermeras ganan más del doble en Suiza. En Lörrach una enfermera gana, con suerte, 1500 euros, en Suiza 4000 francos, equivalentes a 3200 euros. En el Tesino, en la suiza italiana, una secretaria de abogado gana 3100 euros, en Italia un abogado joven, si encuentra trabajo, unos 1500. En Francia el salario mínimo es de 1700 euros. Y la diferencia va en aumento: en Suiza en mayo se votará, en otro referéndum, el establecimiento de un salario mínimo de 3300 euros. Más franceses, alemanes, e italianos, querrán ir a Suiza.

“Aunque el referéndum no tendrá una consecuencia inmediata, habrá una reacción de la UE y probablemente empeorarán las relaciones con Suiza y la actitud negativa hacia los extranjeros”, pronostica la alcaldesa de Lörrach, Gudrun Heute-Bluhm. “Quien contribuye al bienestar de un país debería sentirse bien acogido”, sentencia. La frase es buena, pero de aplicación universal.

Tal como están las cosas, cualquier sociedad europea habría respondido igual a la misma pregunta. En Alemania, por ejemplo, las encuestas arrojan una mayoría de adversarios y críticos con la emigración. Pero la diferencia entre Suiza y suis grandes vecinos no es solo los más desarrollados procedimientos de democracia directa y consultas vigentes en ese país.

Hartazgo suizo

El dato central de la emigración en Suiza es su importancia, muy superior a la de los grandes países europeos: De los casi 8 millones de habitantes de Suiza, 1,8 millones son emigrantes. En Suiza hay un 23% de emigrantes, tres veces más que en Alemania donde representan un 8,2% de la población. En el cantón suizo de Tessino, de 300.000 habitantes, cada día vienen a trabajar 60.000 “frontalieri”. Traducido al alemán es como si cada día vinieran a trabajar a Baviera 2,5 millones de checos.

A pesar de la enorme diferencia de magnitud, la derecha alemana se declara inspirada por el referéndum suizo: tanto representantes de la CSU bávara como de los euroescépticos deAlternative für Deutschland, dicen querer seguir su ejemplo.

En 40 años, la población suiza casi se ha doblado. Desde la entrada en vigor del acuerdo con la Unión Europea en la materia, en 2002, hay un flujo anual de 80.000 europeos que se instalan en Suiza, diez veces más de lo que esperaba el gobierno, y más gente de la que entra en España o casi lo mismo que en Francia, países diez veces mayores.

Entre el 30% y el 40% del personal en el ámbito de la sanidad y la asistencia es extranjero, frecuentemente alemanes mal pagados en su país. La situación no es muy diferente en otros sectores como la hostelería, el turismo y las universidades. Casi dos tercios de los profesores de la Universidad Técnica de Zurich (ETH) son extranjeros.

En ese contexto la derecha suiza no ha necesitado gran esfuerzo para atribuir a los extranjeros los cuellos de botella en la asistencia sanitaria, los atascos de tráfico y hasta la especulación y degradación del paisaje resultado del aumento de población y la metástasis de infraestructuras de transporte.

Al lado de la realidad suiza, la histeria que se ha organizado en Alemania alrededor del supuesto “turismo social” de rumanos y búlgaros, es notable. Desde que los ciudadanos de esos dos países pueden circular libremente, “en Alemania no ha habido un gran incremento del flujo ni se espera”, dicen en el consulado rumano de Berlín. Los rumanos y búlgaros que vienen a Alemania tienen mayor formación que el alemán medio (un 19% con estudios universitarios, frente al 14% alemán) y su peso entre los receptores de ayuda social es ridículo: un 0,7%.

No solo Alemania, sino Europa entera achaca a Suiza lo que ella misma practica, y con una brutalidad bien cruda, con los extracomunitarios, e incluso con los pobres del maltrecho club continental cada vez más dividido en categorías.

El problema que contiene el referéndum contra la emigración de Suiza supera con creces la cuestión del denostado “populismo” y apunta hacia algo mucho más profundo. Privada o mermada en su estado social, que era la base de su consenso civil, y convirtiéndose a marchas forzadas en un club oligárquico y autoritario con cada vez más desigualdades (entre sectores sociales y entre países), Europa se agrieta y pierde su base social. Con más explotación y más desigualdad Europa, simplemente, no vale la pena. Lástima, porque la integración de sus naciones era un buen paliativo para su histórica agresividad dominadora, por lo menos de puertas adentro.

“Fuck the EU”

Ante el retroceso del bienestar que la crisis introduce, los ciudadanos redescubren sus estados nacionales como retaguardia. El resultado es algo parecido a esa vulgar expresión que la vicesecretaria de Estado norteamericana, Victoria Nuland, dedicó a Bruselas/Berlín por no contribuir lo suficiente al cambio de régimen en Ucrania: “Fuck the EU”.

Eso es lo que han dicho los suizos, han mandado a hacer puñetas a la UE, pero sobre todo es lo que está en el ambiente en muchos países de Europa, un descontento que seguramente irá a más y que a falta de alternativas sociales y democratizantes desagua casi exclusivamente hacia la derecha política.

Polonia tiene problemas con la política medioambiental europea, Alemania quiere abrir su mercado de trabajo restrictivamente solo a la mano de obra cualificada y al final se verá tentada por crear su Kerneuropa, un club de países pata negra, en la Europa del sur se querrá renegociar la deuda, en el Reino Unido el “Fuck the EU” es programa político idiomáticamente literal… Todo el mundo quiere cambiar los torcidos contratos de un club y una moneda que tienden a ser vistos como vacas sagradas a las que hay que sacrificar el nivel de vida.

En su torre de marfil los señores de Bruselas y Berlín, parecen ignorar que el “proyecto europeo” se va al garete desde el mismo momento en el que las solidaridades (o aparentes solidaridades) y bienestares que contenía su promesa se han disuelto.

El primero en decir el “Fuck the EU” fue el propio gobierno alemán, al cerrarse en banda en el otoño de 2008 a cualquier solución solidaria del desbarajuste bancario-financiero. En lugar de eso se optó por una estrategia nacional-oligárquica para que la banca, en primer lugar  alemana y francesa, cobrara íntegramente sus deudas a costa de las clases medias y bajas. Deudas contraídas financiando estúpidas especulaciones -en el caso del ladrillo de España, Estados Unidos o Irlanda- con los enormes capitales del excedente comercial exportador, logrado a su vez,  en gran parte, con una tacañería salarial que desestabilizó a los socios.

Tras aquel primer corte de mangas al “proyecto europeo”, siguieron otros, todos antisociales y autoritarios; se cambiaron constituciones en 24 horas, se fulminaron primeros ministros por proponer referéndums (Papandreu) o por replicar (el impresentable Berlusconi), y se les sustituyó por gente de la banca; se fustigaron y reprimieron movimientos sociales como los de Grecia, España, Portugal y otros que protestaban contra la estafa (mientras se aplaudía el de Ucrania por consideraciones imperiales). Después de todo eso nadie puede extrañarse de la reacción. Suiza forma parte del mismo reflejo contra una UE crecientemente desagradable, pero seguramente será Francia la que genere el Fuck the EU más decisivo…

Hay que espabilarse para que todo ese malestar, de base completamente racional, no lo monopolice la derecha y conduzca al continente hacia un universo pardo

lunes, 10 de febrero de 2014

Miles de personas se manifiestan en Suiza por el resultado del referéndum

BERNA, CONFEDERACIÓN HELVÉTICA

La Comisión Europea señaló en un comunicado que "lamenta" esta iniciativa para la restricción de la inmigración europea a su mercado laboral. La campaña denominada "Contra la migración en masa" fue probada por un margen de apenas 0,3%

Opositores a la iniciativa denominada "Contra la migración en masa" se han manifestado en varias ciudades suizas contra el  resultado del referéndum celebrado ayer en el país.

La Comisión Europea señaló en un comunicado que "lamenta" esta iniciativa de introducir cuotas para la restricción de la inmigración europea a su mercado laboral. La medida "va en contra del principio de libertad de movimiento entre la UE y Suiza", reaccionó el Ejecutivo comunitario, a lo que añadió que "examinará las implicaciones de la iniciativa en las relaciones bilaterales entre el bloque y la Federación Helvética teniendo en cuenta el resultado del referéndum".

El miedo al trabajador inmigrante procedente de la Unión Europea se ha impuesto frente a todos los argumentos en su defensa de la clase política y de las organizaciones económicas de Suiza, que en tres años restablecerá el sistema de cuotas para regular su entrada al mercado laboral.

El Gobierno Federal suizo reaccionó señalando que este desenlace "es la expresión de un malestar" social provocado por el aumento de la población y admitió que "marca un punto de inflexión que tendrá repercusiones".

Las dos principales organizaciones empresariales de Suiza manifestaron su decepción y pidieron a las autoridades "soluciones modernas y no burocráticas" para reducir los daños a la economía nacional.

Por un estrecho margen, de apenas 0,3% , los votantes suizos aprobaron hoy en referéndum volver al antiguo sistema para limitar la entrada de trabajadores de la UE, como lo hace en el caso de todo el resto de países.

Esta iniciativa fue apoyada con el 50,3% de votos, así como por la mayoría de los 26 cantones suizos, una situación que se vive como un verdadero terremoto político y que ya ha levantado los temores sobre sus consecuencias en el conjunto de las relaciones con Bruselas.

Este referéndum fue promovido por la Unión Democrática de Centro (UDC), un partido de extrema derecha que tiene en sus registros numerosas iniciativas contra los extranjeros y los solicitantes de asilo.

Las cifras oficiales desmienten el impacto negativo de la entrada de trabajadores europeos en Suiza

El lema elegido hablaba por si sólo: "Contra la inmigración en masa", en alusión a la importante entrada en Suiza de europeos en busca de empleo, particularmente desde el inicio de la crisis económica mundial.

El resultado de hoy restablece, además de las cuotas, el principio de la preferencia por el trabajador nacional frente al extranjero, que estaba abolida desde 2002, en aplicación del acuerdo con la UE sobre la libre circulación de personas.

Todos los comentarios coinciden en que el resultado de esta consulta popular abre un periodo de gran incertidumbre en las relaciones con el bloque comunitario, del que Suiza es evidentemente muy dependiente desde el punto de vista comercial y económico.

Sin embargo, el argumento del grave impacto macroeconómico que podía tener entrar en una renegociación con la UE no fue suficiente para calmar los temores de un importante sector de la población.

La UDC acusó a la inmigración del aumento insostenible de la población y del supuesto aumento del desempleo, particularmente en las regiones fronterizas.

A nivel nacional, sin embargo, las cifras oficiales desmienten el impacto negativo de la entrada de trabajadores europeos en Suiza, donde la tasa de desempleo de 3,2% hace palidecer de envidia a casi a cualquier otro país.

Los promotores del referéndum acusaban también a los trabajadores inmigrantes del incremento de precios en el sector inmobiliario, de la sobrecarga en los trenes, de los problemas de circulación en las carreteras, así como de competencia salarial desleal, al aceptar remuneraciones menores a las que se ofrecería a un suizo.

Se considera que este resultado hará inevitablemente una renegociación no sólo del acuerdo sobre la libre circulación de personas, sino de todo el paquete de acuerdos bilaterales del que forma parte y que están vinculados jurídicamente. Esto lleva a que, si uno de los acuerdos cae, el conjunto caduca, en virtud de la denominada "cláusula guillotina", que varios políticos temen que la UE pueda decidirse a aplicar.

miércoles, 5 de febrero de 2014

SEMOS EUROPA


 
 


 

Primero fue el Mercado Común, luego la Unión Económica y por fin la Unión Europea, simulacro diferido de lo que sigue siendo puro mercado, lonja de contratación, compraventa y almoneda, conciliábulo de verduleras y carniceros.  Los valores culturales presuntamente compartidos, las tradiciones comunes, la religión y la filosofía, pura filfa, camuflaje y parafernalia, la única libertad es la libertad de mercado, la libre circulación de mercancías y de mercaderes, no de personas. Las viejas fronteras no se han borrado, algunas están más vivas que nunca, nacionalismos atávicos, banderas y banderías, el fratricidio antes que la confraternización, la Europa de las fratrias , de las patrias chicas y provincianas, del ADN y del RH. En Bruselas, burócratas y tecnócratas supervisan las transacciones, penalizan, recortan o presionan a los gobiernos subsidiarios. El  Parlamento Europeo se convierte muchas veces en el retiro de viejos guerreros de la política, jubilación bien remunerada, horarios cómodos, dietas de lujo y discreción garantizada, exilio dorado. El 50 por ciento de los ciudadanos españoles convocados a las elecciones europeas declinará comparecer ante las urnas. Bruselas no es sinónimo de unidad, su nombre es una amenaza: Bruselas dicta, impone, recomienda bajadas de sueldos, despidos más baratos, más protección y más recursos para las entidades bancarias y financieras.
En la España preuropea de los años sesenta y setenta, fuera del mercado común, en la España apestada por el franquismo, los españoles se sentían más integrados en Europa, aunque fuera a través del festival de Eurovisión. Abundaban en los cines las películas francesas, inglesas, italianas y hasta soviéticas con reparos. Londres era la meta de la modernidad, los Beatles, la Carnaby Street de Mary Quant y el Free Cinema, el modelo sueco y las canciones francesas e italianas, los provos holandeses, los hijos de Mayo del 68… Europa todavía era un sueño que hoy se ha transformado en pesadilla. Alemania va ganando la tercera guerra mundial sin disparar un tiro, la bandera europea es el euro, la moneda única, solo nos hemos puesto de acuerdo en lo monetario. Europa nos ajusta las cuentas, Europa a cara y cruz. Norte contra Sur,  Atlántico contra Mediterráneo, Europa de dos velocidades, Europa rigurosamente vigilada por los guardianes del sistema capitalista. Cayó el Muro de la Vergüenza y hoy las vergüenzas están más repartidas y a la vista.
La historia común europea es una crónica de agravios, de luchas intestinas de guerras mundiales o de andar por casa, guerra de los cien años, de los treinta, de los siete, guerras y guerrillas, genocidios y cruzadas, del imperio romano a los tercios de Flandes y a las SS, con la bendición del Papa de Roma, hogueras para los herejes, hambrunas a la sombra de los palacios. Cuando oigo hablar de tradición europea, de legado común y patrimonio espiritual echo mano a los manuales de Historia o a la Wikipedia. Esta es su Europa, quédense con ella

Por: Moncho Alpuente

Fuente:Público.es






martes, 4 de febrero de 2014

¡Las propuestas del Banco Central alemán tienen orden y concierto!

 

MARIO DRAHI. EL BANQUERO DE EUROPA

 

Yanis Varoufakis · · · · ·

02/02/14

 

Me niego a creer que el personal de la Bundesbank sea un conjunto de idiotas ilustrados. ¿Cómo interpretar, entonces, su pintoresca propuesta de que los miembros de la Eurozona que puedan llegar a verse amenazados de quiebra en el futuro tengan que recurrir a un impuesto único sobre el patrimonio y el ingreso?

Una interpretación posible es, desde luego, de la variedad del idiota especializado. Por ejemplo, Karl Whelan tuiteó: “La propuesta de la Bundesbank de un impuesto único sobre el patrimonio es una idea excelente para quienes sientan que ninguna crisis fiscal es realmente completa sin un buen pánico bancario”.

Mi interpretación, movida por una reluctancia radical a creer que el Banco Central alemán esté poblado de necios, es harto diferente. Sus propuestas no carecen de orden y concierto. Solo que hay que cavar hondo para descubrírselos…

El pasado mes de abril me quedé estupefacto tras leer el testimonio del señor Jens Weidmann ante el Tribunal Constitucional Alemán (diciembre 2012). En ese documento, el jefe de la Bundesbank dirigía sus dardos y sus flechas contra los “presuntuosos” intentos del BCE de salvar el euro (en referencia al “haremos lo que haga falta” de Draghi en junio de 2012, así como al anuncio de su Programa de OMT [Operaciones Monetarias sobre Títulos] que se puso en práctica unos meses más tarde). Dado que el señor Draghi se enfrentaba en verano de 2012 a la más dura de las elecciones –o intervenir para salvar el euro de la manera harto minimalista en que terminó haciéndolo, o dejar colapsar la moneda de la que la organización por él presidida es la única guardiana—, ¿qué tenía en la cabeza el señor Weidmann cuando, en la sede del Tribunal Constitucional de su nación, se avilantó a entrar en disputa con el señor Draghi (y con el BCE), que tiene todo el derecho, y aun la obligación, de tratar de salvar la Eurozona?

Mi respuesta entonces (en este post) fue:

“Una lectura más atenta del testimonio prestado por la Bundesbank ante el Tribunal Constitucional nos deja sólo ante dos posibles interpretaciones. Una es que el señor Weidmann ‘no lo pilla’; que no puede ver que una salida de Grecia en 2012, o una salida de Italia en 2014, significaría el final de la Eurozona; que no puede ver que el anuncio de un programa OMT por parte del señor Draghi jugó un papel crucial a la hora de frenar la desintegración de la moneda común el año pasado; que no se percata, en definitiva, de la catástrofe que representaría para empresas españolas e italianas buenas y sólidas la ruptura del mecanismo de transmisión del tipo de interés. La otra es mi interpretación: el señor Weidmann puede ver perfectamente bien que lo que se acaba de decir ocurriría inexorablemente, pero presta su testimonio y realiza sus críticas ante el Tribunal Constitucional alemán a sabiendas y como parte de una estrategia que busca la muerte del euro con mil cortes casi silenciosos.”

Pues bien; la última propuesta que acaba de avanzar la Bundesbank, de adoptarse –eso es lo que venía sarcásticamente a decir por implicación Karl Whelan en su tuit—, crearía las condiciones para que se diera un proceso de fuga de capitales desde la Periferia; de combustión lenta al principio, llegado empero un momento de crecida de la tensión fiscal, la paulatina fuga de capitales trocaría en un verdadero éxodo. Yo no tengo la menor duda de que los escalafones superiores de la Bundesbank entienden eso perfectamente. Y precisamente por eso proponen el impuesto único: porque el propósito a largo plazo de la Bundesbank ha sido siempre el de una Eurozona más pequeña, preferiblemente no perturbable por ningún Estado miembro al oeste del Rin y al sur de los Alpes.

Yanis Varoufakis es un reconocido economista greco-australiano de reputación científica internacional. Es profesor de política económica en la Universidad de Atenas y consejero del programa económico del partido griego de la izquierda, Syriza. Actualmente enseña en los EEUU, en la Universidad de Texas. Su último libro, El Minotauro Global, para muchos críticos la mejor explicación teórico-económica de la evolución del capitalismo en las últimas 6 décadas, acaba de ser publicado en castellano por la editorial española Capitán Swing, a partir de la 2ª edición inglesa revisada. Una extensa y profunda reseña del Minotauro, en SinPermiso Nº 11, Verano-Otoño 2012.

Traducción para www.sinpermiso.info: Casiopea Altisench

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