viernes, 29 de noviembre de 2013

¿Nueva Ruta de la Seda?: China marcha a la 'conquista' de Europa y Asia Central

 

clip_image002

blog.chinatells.com

En su 'marcha hacia Occidente' el primer ministro Chino llegó esta semana a Europa para visitar Rumanía, tras asistir a la reunión de líderes de China-Europa Central y Oriental (CECO). Una marcha que vislumbra una nueva Ruta de la Seda.

Durante la reunión con su homólogo rumano, el mandatario chino Li Keqiang anunció que su país tratará de duplicar el comercio con los países del centro y este de Europa para el año 2018. El valor de los intercambios comerciales entre China y Europa Central y del Este llegó a 52.000 millones de dólares en los primeros diez meses de 2013. Si se alcanza la meta de Li, el comercio de China con la región debería elevarse a más de 120.000 millones de dólares en los próximos cinco años.

Los planes de China

Pero, ¿cómo pretende China lograr esta meta? El gigante asiático planea seguir un camino ya conocido: apoyar el financiamiento de proyectos de infraestructura a gran escala, como atestigua el compromiso de Pekín de construir un ferrocarril entre Hungría y Serbia (ambicioso plan que vinculará en el futuro China con centro Europa). 
Un compromiso que manifestaba el ministro Li durante su reciente visita a Europa, en la que aseguró que el apoyo financiero de su país se extenderá también a sectores como el de las manufacturas, la energía hidráulica y la energía nuclear, según el diario 'China Daily'.
Si bien el 'modus operandi' chino no es ninguna novedad, si parece serlo el momento elegido para esta visita: la reunión con Rumanía se produce una semana después de que Li asistiera a una cumbre con la Unión Europea y precede a una reunión de la Organización de Cooperación de Shanghái, que incluye a primeros ministros de los países de Asia Central vecinos de China. 
Este calendario parece esbozar el propósito estratégico real que se oculta detrás del acercamiento a Europa Central y Oriental: 'la marcha hacia Occidente' de China parece aspirar a perfilar una nueva Ruta de la Seda.

'Divide y vencerás'

Para ello, Li ha definido la cooperación de China con los países de Europa central y oriental como "algo distinto de la relación de China con la Unión Europea en su conjunto".
En parte, esto es por necesidad, pues de los 16 países europeos representados en la reunión de la CECO, cinco (Albania, Bosnia y Herzegovina, Macedonia, Montenegro y Serbia) no son actualmente miembros de la Unión Europea.  En cambio, China planea enmarcar su cooperación en la fórmula '1+16 '; esto es, China, junto a los 16 países del centro y el este de Europa, comprometiéndose, según Li, a "complementar" el marco de la Unión Europea, no a "derribarlo". 
Por su parte, los dirigentes de la Unión Europea se han apresurado a señalar que todas las ofertas económicas chinas deberán seguir las normas comunitarias vigentes.
Aun así, de acuerdo con algunos expertos, es difícil no pensar que algunas de estas naciones europeas vayan a aceptar la cooperación con China como una alternativa a la adhesión a la Unión Europea. Algo similar a lo que está ocurriendo con Turquía, que contempla unirse a la Organización de Cooperación de Shangái, liderada por China, tras años de espera para entrar en el club europeo. Incluso países que ya son miembros de la Unión Europea probablemente disfrutarán de la oportunidad de asociarse con China y su economía en auge mientras Europa sigue luchando contra la recesión.

Alcance global

Pero más allá de rediseñar la Ruta de la Seda, las aspiraciones de China son de alcance mundial, ya que estudios recientes sugieren que las relaciones económicas de Pekín suelen ir acompañadas de un mayor apoyo político a la nación asiática en los foros internacionales.
Cuantos más países haya que acepten y lleguen a depender de la ayuda económica de China, mayor será el poder de China en organismos internacionales como la ONU

Texto completo

en: http://actualidad.rt.com/economia/view/112549-china-ruta-seda-europa-asia-central

lunes, 18 de noviembre de 2013

UE: El auge de los partidos de extrema derecha es un eco escalofriante de la década de 1930

 

 

Marine Le Pen                        Geert Wilders

 

John Palmer · · · · ·

“Un antídoto contra la extrema derecha requiere que la izquierda europea articule y desarrolle una alternativa global al estancamiento económico, la creciente disparidad de renta y riqueza y la degradación de nuestros derechos sociales, libertades civiles y derechos democráticos.”

Después de haber restado importancia a sus simpatías fascistas, la extrema derecha reaparece, después de un lavado de cara de relaciones públicas. Hay que frenarlos a tiempo.

Desde la crisis bancaria mundial en 2007, los comentaristas de todo el espectro político han predicho con toda seguridad no sólo el inminente colapso del euro, sino la implosión inevitable, más pronto que tarde, de la propia Unión Europea. Nada de ello ha ocurrido. Pero el proyecto europeo, que se inició después de la devastación de la Segunda Guerra Mundial, se enfrenta a la amenaza más grave de su historia. Esa amenaza se ha prefigurado escalofriantemente esta semana con el lanzamiento de una alianza pan-europea de partidos de extrema derecha, encabezada por el Frente Nacional francés y el Partido de la Libertad holandés liderados por Marine Le Pen y Geert Wilders respectivamente, que se han juramentado para acabar con "el monstruo de Bruselas".

Es evidente que el crecimiento del apoyo a los partidos de extrema derecha, anti-europeos, y contra los inmigrantes ha sido alimentado por la peor recesión mundial desde la década de 1930: el desempleo masivo y la caída de los niveles de vida, agravado por la obsesión derrotista por la austeridad de los líderes europeos. Los partidos que se escondía en las sombras, disimulando sus simpatías con el fascismo y el nazismo han reaparecido, después de haberse lavado la cara en una operación de relaciones públicas. Marine Le Pen, la dirigente del FN francés, minimiza el registro antisemita de su partido. El líder de la extrema derecha holandesa ha arado un surco ligeramente diferente, movilizando el miedo y la hostilidad no contra judíos, pero si contra los inmigrantes musulmanes. Al igual que Le Pen, Wilders esta obsesionado por una supuesta amenaza cosmopolita de la Unión Europea a la identidad nacional. Es un coro del que se hacen eco en otros países el Partido Popular danés, el Partido Finés y el Vlaams Belang flamenco, entre otros.

Los populistas franceses y holandeses están manteniendo cuidadosamente la distancia, por el momento, de partidos abiertamente neo-nazis, como Amanecer Dorado en Grecia, cuyas milicias paramilitares (Sturmabteilung) han aterrorizado a los refugiados e inmigrantes en Grecia, y a los fanfarrones húngaros de Jobbik, que acosan a la minoría romaní.

Según algunas encuestas, la extrema derecha podría ganar casi un tercio de los escaños del Parlamento Europeo en las próximas elecciones de mayo de 2014. Los partidos de centro - democristianos, socialdemócratas y liberales – seguirán teniendo muchos más eurodiputados. Pero a la hora de formar una mayoría creíble en el Parlamento Europeo, todos estos partidos podrían verse obligados a una cohabitación cuya proximidad no es precisamente lo mejor para la democracia.

Tal situación recordaría inquietantemente a 1936, cuando el centro y la izquierda - sobre todo en Francia - frenaron temporalmente el apogeo del fascismo a costa de crear una coalición sin principios e ineficaz. Su caída en vísperas de la Segunda Guerra Mundial aceleró la llegada del régimen colaboracionista de Philippe Pétain. La historia no suele repetirse de forma automática, pero sería absurdo correr el riesgo.

Más preocupante que el crecimiento de la extrema derecha son los gestos apaciguadores a los racistas y anti-inmigrantes de los principales políticos conservadores e incluso demócratas liberales y de algunos de los nuevos ideólogos populistas del "laborismo azul". La advertencia de los David Blunkett y similares de que la hostilidad hacia los inmigrantes gitanos podría dar lugar a una "explosión" popular recuerda la retórica de Enoch Powell.

Un antídoto contra la extrema derecha requiere que la izquierda europea articule y desarrolle una alternativa global al estancamiento económico, la creciente disparidad de renta y riqueza y la degradación de nuestros derechos sociales, libertades civiles y derechos democráticos. Pero esa alternativa tiene que construirse tanto a nivel nacional y local como europeo, así como, y requerirá más, no menos, integración europea.

El tiempo se agota, no sólo para los socialdemócratas europeos, sino también para la izquierda socialista en general y los verdes, para demostrar que pueden crear un contrapeso a la deriva hacia la derecha del centro. Sin el, la nueva alianza de extrema derecha sólo tiene que mantener unida y esperar su momento para atacar.

John Palmer fue el editor europeo del Guardian y fundador y director del European Policy Center.

Traducción para www.sinpermiso.info: Enrique García

Feruli Etiquetas de : , ,